Un descanso eterno sostenible

ALMUDENA SANZ
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Manu Revilla contempla la iniciativa del PSOE de reducir el impacto ambiental de los funerales como una oportunidad para sus ataúdes de cartón, los únicos homologados en España

Manu Revilla, junto a uno de los tres diseños de féretro de su catálogo. - Foto: Valdivielso

La muerte asusta. El fallecimiento de un ser querido duele tanto que la elección de la caja en la que vivirá el descanso eterno se queda en un trámite más. Nadie repara en su impacto ambiental, salvo contadas excepciones. Una de ellas se llama Manu Revilla. El emprendedor burgalés, creador de la empresa Resistible, empezó a diseñar y desarrollar hace más de 15 años un ataúd de cartón, que mimó y perfeccionó hasta conseguir la homologación de la Junta de Castilla y León, «con la normativa más estricta de entre las comunidades que la tienen». Cuando llegó la hora de la verdad se topó con el «difícil mercado funerario» en el que apenas ha podido hacer contadas incursiones. Por eso vio la luz cuando la semana pasada el PSOE registró una proposición no de ley para su debate en la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso para instar a la celebración de funerales más respetuosos con el medio ambiente. 

«Es una gran oportunidad porque supone que el Gobierno apuesta por una alternativa a la convencional y masiva, la casi única que se ofrece ahora mismo. Abre una puerta a la innovación en el sector y resulta toda una declaración de intenciones. Si no hay ninguna oposición macroeconómica o macroempresarial que la eche abajo debería salir adelante. ¿Hasta qué punto puede obligar a un sector privado a adoptar esto? La duda está ahí», señala este inquieto burgalés que desde hace 25 años defiende las posibilidades del cartón y ondea la bandera de la sostenibilidad desde su marca, un referente en el diseño de trofeos. 

Los planes del Ejecutivo bombardearon su teléfono. Mucha gente pensó en él cuando leyó esta noticia. Y es que el texto habla específicamente de 'ataúdes de cartón ondulado o de otros materiales vegetales distintos a la madera (...)'. 

Sus planes más inmediatos pasan por contactar con los diputados socialistas burgaleses para que conozcan la existencia de una empresa de su ciudad que los puede informar y asesorar sobre el sector y que, además, es la única homologada en España. 

Un título que le costó sudores, pero que él se empeñó en que lucieran sus féretros antes de sacarlos al mercado. «El objetivo claro desde el principio era vender fiabilidad. ¿Cómo se consigue? Homologando. Ha sido testado por un laboratorio. Todos los componentes respetan el medio ambiente, aguantan un determinado peso, cuenta con impermeabilización interior...», enumera y sentencia: «Como producto no podemos pedir más certificaciones». 

El debate está sobre la mesa. Eso para Revilla, que por impotencia había dejado en un segundo plano esta parte de su negocio, es mucho. Le reafirma en la necesidad de que ahora sí o sí necesita a alguien que crea en este diseño, trabaje para comercializarlo y pueda dar respuesta a una demanda creciente. «Me interesa que este proyecto, que es bueno, al que nadie puede poner ninguna pega como producto, lo haga suyo y lo posicione en el mercado, nacional e internacional», remarca y apostilla que, de hecho, ve más factible su éxito en el resto de Europa que en España por el mayor apoyo gubernamental hacia todo lo eco. «Nos falta ese impulso y la iniciativa del Gobierno puede dárselo», aventura. 

Descarta que el problema radique en la demanda. Cada quince días recibe una llamada de un particular interesado. El escollo se centra en convencer a las funerarias de sus bondades. El proceso, salvo en el caso de personas muy seguras, se para ahí. «Pero cuanto más se conozca, más se pedirá. El proyecto es súper goloso», se entusiasma al tiempo que expone como otra de las trabas la asociación que el mercado hace entre cartón y bajo coste. No es su caso. «Este ataúd tiene otra categoría. Aporta una serie de cosas que no encuentras en el low-cost como diseño, sostenibilidad y emotividad», presume. 

Ni la primera ni la segunda etiqueta admiten cuestionamiento. La experiencia dice que la tercera, tampoco. Junto a la caja, de manera opcional, se ofrece una pieza donde escribir mensajes, colgar fotografías u otros recuerdos que hagan ese momento más especial. «Las familias acaban muy reconfortadas y todas me lo han agradecido mil veces», apostilla. 

El primer funeral sostenible se celebró en 2017 y el último hace unos meses, ambos en Burgos. Pero también los ha habido en otras partes de España, como Gerona o Toledo. En un pueblo de La Mancha vivió la situación más pintoresca. Hasta allí se trasladó en su vehículo para llevar el féretro porque la familia temía que la abuela, ya centenaria y algo floja de salud, falleciera en verano y pillara al proveedor de vacaciones. Finalmente, la parca llamó a la señora en diciembre. Todo muy emotivo, todo muy almodovariano.