Desesperación y hartazgo. En estos términos se pronuncian desde la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Aranda de Duero ante la exagerada proliferación de pintadas por toda la ciudad. Ningún barrio se libra de la acción de los grafiteros. Tampoco los parques infantiles. Hasta tal punto de que los columpios colocados recientemente ya se han tenido que limpiar. Desde la plaza Gallocanta, hasta la glorieta Rosales o la calle María Pacheco. "Se limpian y al día siguiente vuelven a estar llenos de grafitis", lamenta el responsable del área, Carlos Fernández.

En estos momentos, se están tramitando seis expedientes sancionadores contra grafiteros, amparados en la ordenanza reguladora para la limpieza viaria y ornato público, que recoge la prohibición de realizar pintadas en muros, columnas, quioscos, cabinas, fachadas, papeleas o mobiliario público y más especialmente en edificio y monumentos histórico-artísticos o de interés local, bajo sanciones que oscilan entre 750 y 3.000 euros.

A ellos se suman otros ocho expedientes sancionadores por orinar en la calle y uno más por dejar tirados en la vía pública los envases de comida para animales. En todos los casos, los infractores se enfrentan a multas que pueden alcanzar los 3.000 euros.

Ante estas circunstancias, desde Medio Ambiente hacen un llamamiento al civismo. Sin ir más lejos, recién estrenadas las sendas del monte de La Calabaza, ya se han roto al menos ocho señales. Contar con una ciudad limpia, dicen, es una labor conjunta. De hecho, de las arcas municipales salen 50.000 euros anuales para el borrado de grafitis. Pero ni con esas. En 2021 se eliminaron 176 pintadas, equivalentes a unos 3.000 metros cuadrados, y en estos momentos vuelve a estar manchado el 99%. Desde la Concejalía piden la colaboración ciudadana para frenar estos actos y animan a llamar a Policía y 112 en caso de presenciar pintadas.