Juana, la reina traicionada

R.P.B.
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Una nueva novela devuelve a la actualidad a Juana de Castilla. Álber Vázquez plantea un thriller histórico en el que no hay tregua y todos ocultan sus motivaciones mientras un cadáver vaga por la paramera castellana

Doña Juana la Loca. Francisco Pradilla. Museo del Prado

Fue un personaje real, histórico. Y es un personaje literario como pocos: son numerosos los títulos que han abundado en su enigmática y fascinante figura. Juana de Castilla, la malhadada Juana la Loca, sigue ejerciendo un hechizo sin parangón entre escritores de todo tiempo. El último en caer rendido a los pies de la madre del emperador Carlos I de España y V de Alemania ha sido Álber Vázquez, exitoso autor de novelas históricas, que acaba de dar a la estampa Juana, la reina traicionada (La esfera de los libros), concebido como un thriller histórico en el que no hay ninguna tregua, tal y como sucede en todos los libros del autor, como los dedicados a la epopeya de la primera circunnavegación de la tierra (Poniente) o al gran navegante guipuzcoano Blas de Lezo (Mediohombre. Blas de Lezo y la batalla que Inglaterra ocultó al mundo), entre otros.

En 1506, en Burgos, Felipe el Hermoso, el infame yerno de los Reyes Católicos, fallece en misteriosas circunstancias. Para todo el mundo es obvio que no se trata de una muerte natural. Pero, ¿quién habrá querido matarle? Su viuda, Juana, la reina legítima, ha de conseguir los apoyos necesarios para poder gobernar. Tiene que hacer frente a la terrible campaña de desprestigio que su marido inició contra ella para declararla loca y sentarse en solitario en el trono de la poderosa Castilla. Así comienza la increíble historia de una mujer que lucha por no ser apartada de un lugar que, por derecho, le corresponde. Juana levantará el rostro y afirmará que nadie puede arrebatarle la corona que perteneció a su madre y que nada la imposibilita para reinar. Pero habrá de hacer frente a terribles enemigos, entre ellos su propio padre. En este thriller histórico, narrado con excepcional pulso, todos ocultan sus motivaciones mientras un cadáver se dispone a vagar por los eternos campos de Castilla.

Para el autor de la novela, Juana es un personaje maltratado por los hombres de su vida: su padre, Fernando el Católico; su marido, Felipe el Hermoso; y su hijo, Carlos V. "A Juana la tratan como la tratan porque, entre otras cosas, ella no puede defenderse. La primera anulación, y la más brutal, es la negación de su capacidad mental para reinar. A Juana le llaman 'loca' sin estarlo y la encierran durante décadas para arrebatarle lo que es suyo y, sobre todo, para impedir que se defienda. Si hubiese sido varón, habría reinado tranquilamente, incluso estando loco de remate".

Sobre los ingredientes del género negro o policiaco que tiene esta novela histórica, su autor lo tiene claro: "Porque en la vida de Juana I de Castilla sucede un evento maravilloso: que a su marido, Felipe el Hermoso, lo asesinan. Este asesinato es el motor de una novela policíaca en la que el lector acompañará al investigador en sus pesquisas y, al tiempo, descubrirá la fascinante vida de una mujer a la que la historia no le ha hecho justicia". La novela, claro, arranca en Burgos: Felipe I de Castilla murió de madrugada. Esa es la primera certeza. Mal que bien, respiró durante las primeras horas de la noche hasta que, unos minutos después de las tres, dejó de hacerlo. Tenía veintiocho años y se encontraba muy lejos de casa, por mucho que él se empeñara en afirmar lo contrario. La vieja Castilla, la Castilla dura e inclemente que siempre te la guarda, jamás fue suya. Pertenecía a Juana, su esposa, la única dueña de un reino que Felipe no supo comprender...

Una mujer cuerda. La novela narra cuidadosamente la vida pública de Juana, desde que se casa hasta que es encerrada en Tordesillas. "La parte de la reconstrucción histórica es muy fiable. Pero la novela está planteada como un thriller en el que el lector deberá descubrir quién mató a Felipe el Hermoso. Evidentemente, yo no lo sé y esa parte es ficción", explica Álber Vázquez, quien abomina del apodo 'loca' para su último personaje. "Todo es completamente falso. Juana nunca estuvo loca, y menos de amor. La locura es una artimaña que urde, en primer lugar, su marido Felipe, y que, más tarde, utilizarán su padre, Fernando el Católico, y su hijo, Carlos I, para mantenerla alejada del poder. La construcción de la Juana perdidamente enamorada y, por lo tanto, algo bobalicona, nace en el Romanticismo, en pleno siglo XIX. Es el personaje más desafortunado de la historia de España. Y, sin embargo, ella se mantiene digna y su comportamiento es siempre coherente. Juana intenta ser lo que de niña le enseñaron que debía ser: una mujer que, sobre todo, debe proteger su linaje. Y es lo que hace, pese a que todas las fuerzas conspiran contra ella", apostilla.