Contaba Marcelo Bielsa, entrenador y pensador, estando al frente del Athletic de Bilbao que no era lo mismo evaluar a un equipo por lo que obtiene que por lo que se merece. Y exponía un ejemplo: "Cuando era niño, en mi barrio, tener un auto era la gran novedad. Y cuanto más lujoso, mayor era el reconocimiento para la familia que lo había conseguido. Pero había una distinción, no era el mismo reconocimiento para la familia que se compraba un Seat porque habían trabajado los padres y los hijos, que para otra que se compraba un Mercedes porque les había tocado la lotería".

Y, llevada esta fábula a la realidad, hemos llegado a un punto de la temporada en el que las cábalas son el día a día del aficionado porque, por culpa de lo que hicimos, para bien o para mal, tenemos más o menos aspiraciones.

En el caso del Balonmano Burgos hay un choque frontal. Porque claro, las matemáticas revelan que aún quedan posibilidades de ascender, pero todas ellas sujetas al esfuerzo de terminar sin mácula, lo que decía Bielsa del Seat, y a que el azar y la suerte de otros equipos nos aúpen en la tabla, lo del Mercedes. No obstante, siempre se hubiera necesitado un 'muchito' de las dos.

Pero, dejando de lado el sueño de Asobal, de la combinación resultante de trabajo y suerte en lo que resta de campaña veremos cuánto tardan en aparecer esos nuevos objetivos intermedios que salen a la luz cuando no se consuma el principal y, entonces sí, podremos evaluar al equipo por lo que mereció y lo que obtuvo. Hasta entonces, que nadie diga que por nosotros no fue posible soñar.