La Escuela de Danza recupera matrícula perdida por la covid

B.G.R
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Este curso suma 207 alumnos, los mismos que en el 2019-2020. Su directora pide la creación de un instituto vespertino para evitar la fuga de talento en los niveles del grado de Profesional

Una de las clases matutinas del centro ubicado en la calle Gonzalo de Berceo. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Tras un curso complicado motivado por las consecuencias de la pandemia, teniendo en cuenta las especificidades de estas enseñanzas, la Escuela Profesional de Danza Ana Laguna va volviendo a la normalidad. Uno de los aspectos que así lo demuestran es la recuperación de la matrícula después que el curso pasado se produjera un descenso en el número de alumnos. En este ejercicio, que comenzó a principios de mes, el centro cuenta con 207 matriculados, de los cuales 67 son de nuevo ingreso, logrando repetir la cifra de 2019-2020.

«El reto del curso pasado, después de acabar el anterior online, fue recuperar la forma del alumnado y la confianza en que se pueden hacer las cosas con unos protocolos de seguridad», subraya Amaya Iglesias, responsable de la escuela, quien confía en poder avanzar en estos estudios y alcanzar el récord de estudiantes al que se llegó en 2017-2018, con un total de 239 de un cupo de plazas de 340 entre el grado de Elemental y Profesional.

Otro de los signos de esa normalización es la vuelta a la experiencia escénica, una parte de la formación que se vio paralizada y que se retomará con el desarrollo del taller de coreografía el 6 de abril en el Fórum, que tuvo que suspenderse en 2020 por la pandemia cuando estaba a punto de estrenarse. Una actividad que no está incluida en el currículo, pero en la que participan todos los estudiantes al formar parte del «compromiso» de la escuela por difundir la danza en la ciudad.

Amaya destaca el apoyo de la Consejería a estas enseñanzas, aunque apunta a varias mejoras que permitirían crecer a la escuela. Una de ellas es la recuperación de los pianistas y guitarristas acompañantes, algo en lo que ya se está trabajando, debido a que se trata de una figura «muy importante» que fue reduciéndose con la anterior crisis económica. De igual forma, anhela una ampliación de la oferta educativa con la incorporación de la modalidad de Español, que se sumaría a las actuales de Profesional de Clásico y Contemporáneo. También pide que se actualice el decreto que regula esta formación, porque «faltan horas de docencia», para equipararse a los currículos de otras Comunidades Autónomas y aboga por un programa de iniciación a partir de los cinco o seis años, sobre el que existe demanda e interés de las familias, en lugar de los ocho actuales para que «conozcan su cuerpo y disfruten del baile desde una perspectiva más lúdica».

A todas estas pretensiones, la responsable del centro suma una más que tiene que ver con la posibilidad de compaginar el aprendizaje artístico y el académico, ya sea en la ESO o Bachillerato. En este sentido, reivindica, tal y como se oferta en Madrid, la implantación de un instituto vespertino (las clases en la escuela son por la mañana) que permita frenar el abandono de alumnos en tercero y cuarto de Profesional al no poder asumir ambas enseñanzas e inclinarse por la segunda. «No van en paralelo con la edad y se ven en la circunstancia de tener que elegir, optando por dejar su sueño, que es bailar», remarca, no sin mostrar su preocupación porque esta situación supone una «pérdida de talento».

La creación de ese instituto vespertino no significaría la construcción de un nuevo centro, según señala, sino coordinarse con un único centro de Secundaria para compatibilizar los horarios, ya que en los cursos antes citados la formación artística suma 21 horas semanales, que se amplían a 30 en el caso de quinto y sexto. Algunos estudiantes optan por el Bachillerato nocturno que ofertan en el López de Mendoza o el Diego Porcelos, principalmente por este último debido a la cercanía de ambas instalaciones, aunque en otros casos prefieren cursar estos estudios o la ESO a distancia por la incompatibilidad entre ambas formaciones.

El número de egresados que culmina cada curso la formación Profesional oscila entre los 11 y los 15. Amaya aboga por que en ese camino que aún queda por recorrer se contemple la creación de una joven compañía, al igual que lamenta que la mayoría de los que se gradúan tienen que irse fuera para continuar los estudios superiores porque no existen en Castilla y León. «Es una pena que después del esfuerzo en inversión de la Junta los alumnos tengan que marcharse», manifiesta, reconociendo que se trata de un centro joven con solo 15 años de vida. La plantilla está integrada en la actualidad por 23 profesores que cubren las necesidades docentes, aunque se requiere de la convocatoria de listas extraordinarias de interinos para cubrir cualquier posible sustitución.