'El Patillas' reabre cuatro años después con nuevos gestores

H. JIMÉNEZ
-

En dos semanas el mítico local volverá a servir vino y cerveza de la mano de Rubén de Velasco, quien promete conservar el espíritu de Amando Quintano en el primer aniversario de su muerte

Valentín Fernández (propietario, a la izquierda) y Rubén de Velasco (el nuevo tabernero, a la derecha) brindan por esta nueva etapa. - Foto: Alberto Rodrigo

La barra más mítica de la ciudad también resurge de sus cenizas tras los embates del coronavirus. Si la variante ómicron lo permite y siempre que no lleguen nuevas restricciones a la hostelería, El Patillas volverá a abrir sus puertas a mediados de este mes con apenas un par de retoques respecto a la vieja taberna que atesora más de un siglo de historia a sus espaldas.

El local cerró sus puertas el 1 de noviembre de 2017 y, tras ponerse al día en cuestión de licencias municipales y lograr la protección tanto de la Junta de Castilla y León como del Ayuntamiento por tratarse de un establecimiento singular, lo hará de la mano de Rubén de Velasco, un joven hostelero con experiencia en el Taverner Celtic Center (Los Vadillos). Promete conservar al máximo posible el espíritu de Amando Quintano, fallecido hace justo un año, y confía en que "el duende" del que tanto hablaba su legendario tabernero vuelva a habitar entre sus cuatro paredes, aunque eso nadie puede garantizarlo.

De Velasco explica que la fórmula seguirá siendo la de siempre: vinos y cervezas, con algún refresco para los que no quieran alcohol. Habrá nevera, eso sí. Y lavavajillas. Y una pila con desagüe como Dios manda, enganchada a la red de alcantarillado para que no vuelva a hundirse el suelo junto a la barra. Y también luz a 220, porque la anterior iba a 125 y no era cuestión de seguir tentando a la suerte.

El acondicionamiento del local, llevado a cabo a lo largo de los últimos tres años, ha corrido a cargo del propietario del local, Valentín Fernández, un antiguo cliente que se lo compró a Amando Quintano en mayo de 2018 y que durante todo este tiempo ha llevado a cabo esta modernización antes de arrendárselo a De Velasco. Pero que nadie se asuste, porque la taberna parece intacta. Apenas se ha renovado el suelo hundido, se ha ensanchado el paso hacia la zona de la música para permitir el acceso con sillas de ruedas y se han tratado unas humedades en la entrada. Las paredes siguen llenas de fotos, los carteles taurinos decoran la barra y las guitarras cuelgan junto a los retratos de las tres generaciones de 'Patillas' que lo regentaron. Sigue siendo un templo para los más fieles.

Propietario y gestor anuncian con alegría que "si todo va bien" dentro de un par de semanas habrá fiesta de reinauguración, con aforo limitado como exige el momento pandémico, y luciendo una placa con la licencia municipal definitiva lograda en noviembre de 2020. "La Corporación se portó muy bien, todos los grupos políticos aprobaron la protección y los permisos por unanimidad y estábamos a punto de abrirlo pero llegó la covid. Este es un local pequeñito, sin terraza, y no queríamos arriesgarnos a que fuera un foco de contagio", relata Fernández.

De vuelta al pueblo. Por su parte, Rubén se confiesa un "Patillero de pro" que llegó a trabajar con Amando echándole una mano, subiendo y bajando cervezas de su casa. Expercusionista del grupo The Taverners, está "deseando que vuelvan por aquí Julito Azofra o Juanjo Villalaín", quizás a tomarse un vermú musical, pues pretende abrir al mediodía los viernes, sábados y domingos, o a probar una cerveza artesanal que pretende introducir como novedad.

Arrendador y arrendatario brindan con un botellín, como no podía ser de otra manera, por los éxitos futuros del local. Por la alegría de, como aseguran, "devolver al pueblo un sitio que es del pueblo, de la gente de derechas y de izquierdas, de ricos y pobres".

Y de paso, Valentín Fernández despliega un largo listado de agradecimientos: a Mario Alagüero, jefe del proyecto de rehabilitación que han llevado a cabo con la colaboración de alumnos del a UBU; a Ana Berta Benito, "el álma mater de este proyecto"; a Fernando Inés, técnico municipal que colaboró durante el proceso de obtención de la licencia; a Pau Doménech "y su cuadrilla"; a Fernando Rilova, "por la adecuación de las instalaciones"; a Alberto Velasco, "embajador de Burgos" y "a todo el equipo de Gobierno actual y anterior" por haber colaborado a conservar primero y resucitar después uno de los patrimonios de la cultura popular burgalesa. Ahora solo queda reflotarlo y esperar que su navegación sea larga y próspera.