«No hay una violencia buena, no hay una violencia virtuosa»

ALMUDENA SANZ
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Jon Sistiaga vuelca su experiencia profesional y personal en zonas de conflicto en 'Purgatorio', su debut en la novela, que gira en torno a un crimen impune de ETA: «La ficción te permite volar»

Jon Sistiaga, en la entrada del Palacio de la Isla con un ejemplar de su ópera prima antes de la charla con sus lectores burgaleses. - Foto: Alberto Rodrigo

Jon Sistiaga se agarra a la ficción para volcar todas las anotaciones, informaciones, testimonios recogidos off the record durante sus reportajes de investigación en zonas de conflicto de todo el mundo sin romper ningún código ético. «Necesitaba explorar nuevos territorios narrativos y contar algo que me ardía hace tiempo por dentro», compartió el periodista vasco antes de adentrarse en Purgatorio, su primera novela, que gira en torno a un crimen impune de ETA y le sirve para reflexionar sobre la violencia, una palabra que acaparó la presentación del libro ayer en el Palacio de la Isla. 

«Purgatorio busca rascar en lo que hay al final de esa violencia. No se detiene en quien está en la cárcel porque disparó el gatillo o puso la bomba, sino en aquellos que generaron esa idea de que no había otro remedio que matar por la patria», señaló el autor, quien observó que el libro habla de ETA, pero podría hacerlo de la Yihad islámica, las FARC o el IRA, «porque siempre es lo mismo, siempre hay un patrón que se repite: señores mayores que convencen a jóvenes idealistas de que tienen que hacer un sacrificio humano en aras del Dios de turno, puede ser la independencia, la religión o la raza, y lo he visto en demasiados lugares». 

A esas personas, dijo Sistiaga (Irún, 1967), que esperaban en las sociedades gastronómicas a que se apagara el humo de los autobuses para salir hacia sus casas y que hoy siguen pululando por Euskadi, a esas personas que «no han pagado por ello», que no han pasado su purgatorio, desenmascara. 

Una de las condiciones que pone Josu Etxebeste, el protagonista de la historia, un cocinero que hace 35 años secuestró y asesinó, para confesar es que el comisario que lo investigó reconozca que fue un torturador. Esa violencia policial también aflora. «Es un tema tabú que duerme el sueño de los injustos; no hay manera de resolver estas cosas. Ninguno está orgulloso de lo que hizo, pero ninguno da el paso de reconocerlo públicamente porque da mucha vergüenza», destacó el reportero sin dejar de reconocer el ambiente de asfixia en el que vivían en aquella sociedad y que eran cuerpos que en aquellos años 70 y 80 no estaban formados en los usos de un estado democrático. 

«No hay una violencia buena, no hay una violencia virtuosa», sentenció convencido de que «cada víctima es un mundo, cada sufrimiento es único y cada duelo tiene un proceso». 

Sistiaga habló de pasado, presente y futuro. Y lamentó que en los institutos no se mencionen los 50 años de terror de ETA. «Que no se enseñe esto no es normal (...). Quiero que las generaciones que vienen detrás se enteren de lo que pasó», remachó esperando que la estructura del libro, un thriller con capítulos en crecimiento que hacen que parezca que una serie de television, sirva para atraparlos y hacerlos ahondar en esta parte de la historia que tras la tregua de la banda terrorista parece olvidada. 

«Mi experiencia en otros sitios me dice que el pasado está muy cerca y puede volver; hay gente que hizo cosas malas y debería dar el paso ético de decir 'fui yo'», concluyó después de dejar claro que no, que no es que él piense que la violencia regresará, pero advirtió que «tampoco pensábamos que en Europa veríamos otra guerra y está ahí».