La sombra del confinamiento ya planeaba en la hostelería el pasado fin de semana, cuando entró en vigor la prohibición del consumo en barra, fumar en las terrazas y la limitación de las reuniones a un máximo de seis personas anunciada por la Junta. La recaudación fue «mínima», a pesar de que el tiempo acompañó, y la patronal prevé que seguirá cayendo durante los 14 días de aislamiento perimetral de la ciudad, a lo que también añade una nueva oleada de Expedientes de Regulación de Empleo (ERTE).
«Estábamos facturando en torno al 60 o 65% respecto a años anteriores y ahora nos quedaremos en un 25%», lamenta el presidente de los hosteleros, Fernando de la Varga, poniendo como ejemplo la situación que está viviendo el sector en otras capitales de la región que ya están cerradas como los casos de Palencia, León y la más reciente, Salamanca. Con todo ello y a la vista de estas estimaciones, califica de «mazazo tremendo» el anuncio conocido ayer y considera que sus consecuencias no solo se darán en el ámbito económico sino también «psicológico», con un «desánimo generalizado» que afecta «a empresarios y a clientes», a lo que añade una «tensión» entre los primeros que se traduce en voces a favor de movilizaciones y protestas, aunque no hay nada en firme.
De la Varga sostiene que la medida perjudica a todo el sector, pero remarca que las repercusiones serán aún mayores en la restauración y la hotelería. En este punto, afirma que «desaparece la esperanza de la llegada de reservas de turistas», mientras que «prácticamente no se dará ninguna cena», en referencia al adelanto del cierre de los restaurantes a las 23 horas, sin poder atender a nuevos clientes desde las 22 horas, además de la reducción de aforos al 50% en el interior y el exterior del establecimiento (hasta ahora era del 75% en mesa en espacios de hasta 40 comensales y del 80% en terraza). Las medidas son las aplicadas en otras capitales y entiende que serán las mismas que en Burgos, si bien se muestra cauto hasta verlas publicadas hoy en el (Bocyl).
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