Hemos empezado la temporada del fuego; es recurrente cada año cuando llega el calor. Como si fuera una maldición, algo inevitable que solo se puede mitigar y lamentar. Este año, el fuego ha empezado antes, nada más arrancar la primavera, cuando los servicios antiincendios están en suspenso fuera de temporada como los uniformes militares. Contra el fuego, lo más importante es la prevención, antes de que llegue la temporada pero da la impresión de que si no hay fuego no hay problema, de manera que por qué preocuparse. 

De lo que no se habla es del agua, que no tiene que ver con el fuego, pero rima porque también tiene que ver con la previsión, con anticiparse. En Cataluña están ya agobiados con el agua, les falta y temen un verano con severas restricciones. Reclaman un pacto por el agua, acuerdos políticos en Cataluña y más allá porque hay que gestionar el Ebro y plantear políticas hidráulicas españolas, algo de lo que se habla desde hace más de un siglo sin aterrizar planes consistentes y eficaces. 

Lo que hay que hacer en política hidráulica está en los informes, en los dictámenes, no todos iguales pero con muchas coincidencias, suficientes como para llegar a un mínimo común denominador suficiente. La condición necesaria es superar el sesgo partidista y seudoideológico. La cuestión no puede ser confrontar el dilema trasvases versus desaladoras; probablemente hay que hacer algo de todo eso y además un aprovechamiento más eficiente de las cuentas y de la distribución. 

Las cuencas del Duero y del Tajo mantienen unos datos de embalsamiento equivalentes a los de la última década. Las del Ebro y del Júcar van a menos, han perdido un 20% respecto a la media de diez años. Y las del sur y este (Guadiana, Guadalquivir y Segura) están al 60%. Dejarlo pasar, confiar en la providencia y/o la suerte es irresponsable. Los próximos meses pueden ser de mucho fuego y poco agua y ocurrirá, como es usual, que se acordarán de santa Bárbara cuando truena. ¿Cuándo han oído hablar en serio en el parlamento del fuego y el agua? Será que la cámara está para otros menesteres y festejos.