Las mujeres le toman el pulso a la ciencia

L.M.
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Cuatro profesionales con puestos de responsabilidad en Campofrío, Grupo Antolin, Nicolás Correa y Ormazabal reivindican el papel femenino dentro del mundo industrial y tecnológico

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Henar Ortiz, Laura Barquín, Izaskun Santamarina y Ana Rosa Sáez.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas fijó en 2015 el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Lo hizo para reconocer y conmemorar la trayectoria de todas aquellas féminas que contribuyeron al avance de la ciencia y la tecnología, cuya historia, en muchas ocasiones, ha quedado en un segundo plano.

Aunque en pleno siglo XXI no debería ocurrir, la presencia en ámbitos científicos y técnicos de las mujeres sigue siendo aún muy residual. A pesar de que poco a poco van ganando peso en las plantillas de las compañías, siguen representando un porcentaje notablemente inferior al de los hombres.
Con motivo de la celebración el viernes de esa iniciativa ciudadana, Diario de Burgos ha conversado con cuatro profesionales del mundo de la industria que tienen puestos de referencia en Campofrío, Grupo Antolin, Nicolás Correa y Ormazabal. Todas ellas, con equipos a su cargo integrados por hombres y mujeres, tienen un mensaje muy nítido para las jóvenes estudiantes que puedan estar pensando cursar unos estudios técnicos.

Lo primero es dedicarse a lo que uno le gusta, pero una vez tomada la decisión, «nunca crearse prejuicios por el hecho de ser mujer». En su carrera laboral, destacan, no han tenido problemas por el hecho de ser mujer -salvo excepciones muy puntuales- y se han sentido siempre cómodas en sus puestos de trabajo.

Destacan la creatividad, al estilo de otros oficios más artísticos, como una de las cosas más satisfactorias con las que se encuentran en su día a día. También el hecho de tocar diferentes 'palos' en numerosos sectores, lo que provoca que sea muy variada la oferta de trabajo actual.

Insisten por activa y por pasiva en que, si escogen una carrera técnica, «nunca han de echarse para atrás por el mero hecho de ser mujer». Recuerdan que el talento «no entiende de géneros» y que, aunque está costando, poco a poco se va viendo cada vez más presencia femenina en puestos de toda índole: desde producción a dirección pasando por departamentos como ingeniería, I+D, calidad o posventa. Ellas son el claro ejemplo. Aquí su historia y recomendaciones.


Henar Ortiz, jefa de operación de servicios generales en la Nueva Bureba (Campofrío)

«Las mujeres deben creer en ellas porque tienen las capacidades necesarias»

Henar Ortiz se estrenó en Campofrío en 2004, cuando entró durante tres meses a realizar sus prácticas académicas en el departamento de Mantenimiento.Lejos de ser una estancia corta, su buen hacer le abrió las puertas para renovar su contrato. «Surgió la posibilidad de quedarme», reconoce Ortiz, que no se lo pensó.

Tres años después ya era Jefe de Sección de Servicios Generales, mientras que en 2013 pasó a ser Jefe de Operación de Servicios Generales, puesto que ocupa actualmente. «Mi departamento se encarga del mantenimiento y operación de servicios e instalaciones de la planta La Bureba, necesarios para la fabricación de nuestros productos», explica.

En estos momentos la burgalesa tiene a cerca de 15 personas a su cargo y reporta directamente al director de la fábrica. «Siempre me gustaron las Ciencias y me decidí por la Ingeniería porque pensaba que es una carrera que ofrece muchas oportunidades laborales y en muchos sectores diferentes», recuerda. Estudió Ingeniería Técnica Industrial en la UBU, con especialidad en Electrónica Industrial. Posteriormente, completó sus estudios con un máster en Mantenimiento. «Aunque pueda parecer que una carrera de Ciencias es dura, tienen que creer y confiar en ellas mismas, porque cuentan con la fuerza y las capacidades necesarias para hacerlo», aconseja.

Izaskun Santamarina, responsable de la planta de distribución secundaria de Ormazabal

«El talento hay que buscarlo en toda la sociedad, no solo entre los hombres»

A Izaskun Santamarina siempre le atrajeron las asignaturas de Ciencia en el colegio. Tras completar el bachillerato Tecnológico optó por cursar una ingeniería en Bilbao.«Me permitía seguir aprendiendo de varias disciplinas de todos los sectores y tener una visión global», confiesa la hoy responsable de la planta de distribución secundaria de Ormazabal en Burgos.

En su carrera profesional esta ingeniería ha podido vivir en seis países distintos y trabajar en numerosas empresas. «Contar con una titulación multidisciplinar ayuda a que sea más fácil encontrar un empleo», apunta.En la firma vasca para la que hoy trabaja, en su delegación de Villalonquéjar, lleva casi una década -pero apenas uno en Burgos- como responsable de la planta de distribución secundaria. «Afortunadamente cada vez hay más mujeres que se interesan por las carreras técnicas y eso ya se empieza a notar en nuestro sector», apunta.

En el caso de su empresa reconoce que departamentos como ingeniería, calidad,I+D, producción o ventas la presencia de mujeres es año a año superior, aunque les gustaría que su proporción fuera mayor. «Necesitamos talento. Nunca me he sentido menospreciada por el hecho de ser mujer.Siempre hay gente 'especial' pero son casos muy muy aislados», confiesa Santamarina. ¿Su recomendación para las jóvenes estudiantes?«Lo más importante es hacer lo que te gusta.Las carreras no tienen género, son todo barreras mentales», sentencia.

Laura Barquín, responsable de procesos industriales IT en Grupo Antolin

«Suficientes techos de cristal tenemos las mujeres como para ponernos más»

Laura Barquín ha trabajado para el fabricante de automóviles italiano Maserati, en una empresa en Londres de construcción de plataformas petrolíferas y también en un buque como ingeniería.«Estábamos ocho semanas a bordo, cuatro en casa y cuatro en la oficina que te tocase: MIlán, París, Londres... He cogido casi más aviones que autobuses», bromea.
Esta burgalesa, con experiencia también en el mundo de la banca y en el sector de la robótica, es la actual responsable de Procesos Industriales IT de la multinacional Grupo Antolin. «Nunca había tenido relación con ese departamento pero he descubierto que me encanta», confiesa. Desde joven tuvo claro que «no quería tener ningún techo» por lo cual optó por cursar Ingeniería Industrial en la propia UBU.
«Suficientes techos de cristal tenemos las mujeres como para autoimponernos más nosotras», apunta. Apasionada de la electrónica y eso de «ver en el momento si algo funciona o no funciona y el por qué», lleva tres años en la compañía burgalesa.«Sorprende que las mujeres sigan teniendo tan poco papel en puestos técnicos.Nos llegan muy pocos currículum de mujeres.Pensé que íbamos mejorando pero parece que no es así», lamenta. ¿Un consejo? «Aunque parezca muy fría, la ingeniería también es una profesión con un alto grado de aporte personal», asegura.

Ana Rosa Sáez, directora de posventa de Nicolás Correa

«No hay que echarse nunca para atrás por el hecho de ser mujer y no hombre»

Aunque Ana Rosa iba para médica, terminó en Valladolid estudiando Ingeniería Industrial. «Físicas era muy teórico y no me gustaba.Estaba dudando también con Telecomunicaciones, pero son más intangibles», recuerda. «Nunca hay que echarse para atrás por el hecho de ser mujer.He encontrado gente muy brillante», aconseja. 

Tras dos experiencias laborales en Madrid, una en Indra Espacio y otra en una consultora de estrategia y dirección de empresas, se le abrió la opción de regresar a su ciudad natal de la mano de Nicolás Correa. En la multinacional burgalesa se dedican a la fabricación de fresadoras -máquinas herramienta para realizar trabajos mecanizados por arranque de viruta- y Ana Rosa es su directora de Posventa. «Estuve a cargo de Sistemas y Procesos pero ahora nos dedicamos a dar soporte a los clientes que tenemos por todo el mundo», explica.

Tiene como responsabilidad lidiar con todos los problemas, incidencias o reclamaciones que les trasladan los usuarios que han adquirido un modelo de fresadora. «Es un departamento muy bonito», reconoce.

Ana Rosa Sáez se define como una mujer «muy afortunada» y confiesa que sus padres, lejos de recelar porque hubiera elegido una carrera técnica en vez de una sanitaria, siempre le apoyaron. «Nunca jamás me dijeron nada de lo que tengo que hacer.Todo requiere mucho esfuerzo pero te tiene que gustar», apunta.