Que Pedro Sánchez no tiene sustituto a la vista -ni en el PSOE ni en el Gobierno central- es una de las conclusiones del último libro escrito por el veterano periodista Fernando Jáuregui, La foto del Palace, un recorrido por 40 años desde la victoria socialista el 28 de octubre de 1982 hasta la actualidad, en vísperas de las elecciones municipales y regionales, antesala de las generales, previstas, en principio, para finales de 2023.

La obra, editada en La Esfera de los libros, fue presentada esta misma semana en Madrid. Su portada reproduce la icónica foto en la que Felipe González y Alfonso Guerra   -sonrientes, las manos juntas, los brazos levantados- salen al balcón del Hotel Palace de Madrid para saludar a una multitud que celebra el ascenso al poder de la izquierda por primera vez desde el fin de la Segunda República.

El analista político admite «lo que puede haber de inexacto o injusto» en una historia tan ambiciosa que cubre las cuatro décadas transcurridas desde que González prometió aquello de que «El cambio es que España funcione».

Tras el prólogo, el santanderino da un salto al cuadragésimo congreso socialista de Valencia (octubre de 2021) para destacar el abrazo entre González y Sánchez -el primero muy crítico con el segundo- que el veterano líder socialista explica: «Sigo siendo del PSOE y quería dar el mensaje que di». Luego añade: «El amor de la militancia al PSOE no ha estallado por los aires como los hermanos francés, italiano o griego».

Por hacer un poco de Historia, Jáuregui explica el llamado Pacto del Betis, ese acuerdo entre jóvenes socialistas andaluces y vascos -con la aportación de algún madrileño, como Pablo Castellano- para arrinconar al ya irrelevante Rodolfo Llopis en Suresnes (Francia) y hacerse con el control absoluto del PSOE en España.

Ya en 2016 vendría una catarata de elecciones que bloquearon el Parlamento. Ganadas muy justo por el PP; Sánchez exige una segunda convocatoria con apenas 85 diputados, y cuando quiere forzar una tercera, la dirección del PSOE  -el vergonzoso Comité Federal del 1 de octubre- acaba echándolo de la Secretaría General.

«No estaba muerto -escribe el autor-, porque Sánchez es como un gato político con siete vidas». Yes que, según cuenta en el libro, el actual inquilino de La Moncloa se puso a recuperar su liderazgo pateándose las agrupaciones socialistas mientras Susana Díaz, la gran favorita del aparato y los barones, «tardaba lo suyo en tomar la iniciativa», algo que la condenó. 

El perdedor ganó las primarias de mayo de 2017. Más tarde, con la pluma de su colaboradora Irene Lozano, firmaría su libro Manual de resistencia.

«Rajoy se mantuvo en el poder, pero no sabía que le quedaba un año y ocho meses en La Moncloa, e iba a ser sustituido por el hombre que acababa de salir, con una patada en salva sea la parte, expulsado de Ferraz», sostiene el periodista cántabro. 

Un capítulo aparte merece la irrupción de Rodríguez Zapatero en Ferraz y la «difícil sucesión» de González, cuyos últimos años estuvieron caracterizados por «episodios de corrupción rampante» y el «descontrol tras las dimisiones del vicepresidente Narcís Serra, el ministro de Defensa Julián García Vargas y el jefe de los servicios secretos, Emilio Alonso Manglano».

Atentado del 11-M

Zapatero, presidente tras el atentado terrorista del 11-M, reconoce «el matrimonio homosexual, las políticas de Igualdad, la Ley de Dependencia, y el fin de ETA», en el que tuvo una intervención crucial el entonces ministro del Interior y luego líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.

La convicción personal de Jáuregui es que los Gobiernos de Zapatero «encauzaron el problema vasco y descarrilaron el problema catalán». También critica al expresidente socialista por afirmar, cuando estaba al caer la crisis económica de 2008, que España sobrepasaría en el PIB a Alemania «en no mucho tiempo».

Al ser preguntado por la actualidad, Jáuregui celebra que Núñez Feijóo se decidiera a «cruzar el Miño». En cuanto a Yolanda Díaz, califica de «incierto» su futuro. 

¿Yel futuro del Gobierno de Sánchez? «Impredecible». Lamenta el santanderino la «falta de transparencia en su gestión y que abuse del decreto-ley», pero considera que, por el momento, no hay sustituto posible para él.