Un informe da con las causas de las grietas en San Agustín

J.M.
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El estudio técnico realizado por cuatro doctores de la Universidad de Burgos concluye que las fisuras no son graves, pero recomienda adoptar medidas para atajar el problema

Los expertos de la Universidad han realizado mediciones sobre la evolución de las grietas durante más de un año. - Foto: Valdivielso

No hay motivos para alarmarse. Esa es la principal conclusión que se extrae del informe técnico elaborado por la Universidad de Burgos para analizar las patologías que explican la aparición, hace más de un año, de una serie de grietas y de fisuras en diversos puntos del centro cívico de San Agustín. Aunque descartados riesgos para las personas, los autores de este trabajo, cuatro doctores de la UBU, recomiendan al Ayuntamiento la adopción de medidas para atajar un problema que ahora no es preocupante pero que podría generar «daños mayores a medio plazo» si no se actúa.

Lo que se tiene claro ya es el diagnóstico del problema. Las causas de las grietas se producen por el contacto del nuevo edificio, el del auditorio, con el inmueble histórico. El primero de ellos tiene una estructura mucho más flexible que fricciona con el edificio original, fundamentalmente por el efecto del viento, y eso provoca que ese choque, inapreciable al ojo humano, termine repercutiendo en los muros y arcos del claustro.

Los expertos de la UBU han estado analizando durante más de un año la evolución de las grietas (mediante fisurómetros y sensores de diverso tipo) y han podido comprobar que los movimientos de las fisuras son «prácticamente insignificantes» en la planta baja y en la primera, de apenas un milímetro, y algo superiores, aunque tampoco preocupantes (de hasta dos milímetros) en la planta segunda.

Causa de ese contacto que genera las tensiones cuando el viejo edificio interacciona con el nuevo obedece a que los dos edificios poseen una junta de movimiento pero que queda interrumpida a los 7,15 metros.

El informe, rubricado por los doctores Francisco Fiol, Javier Garabito, Carmelo Muñoz y Ángel Aragón, ve necesario «consolidar la estructura de los arcos, el pilar de piedra y los muros» para que los movimientos habituales «no generen un aumento de la fisuración y despegue de las dovelas».

Aunque la corrección de las fisuras puede ser sencilla y no muy costosa, la recomendación de los expertos es la de «actuar sobre la enfermedad y no sobre los síntomas». Es decir, atacar el problema de raíz para luego coser las cicatrices.

En lo que no entra el trabajo de la UBU es en dar una estimación del coste que tendría para el Ayuntamiento solucionar estas patologías. 

La concejala de Servicios Sociales, Sonia Rodríguez, avanza que lo que hará el Ayuntamiento, sin prisa pero sin pausa, es encargar un nuevo estudio o proyecto en el que se aporten las soluciones que hay que adoptar una vez conocido el diagnóstico. El siguiente paso será ya contratar la ejecución de los trabajos.

Casi con toda seguridad, esta tarea la heredará la próxima Corporación ya que no está previsto incluir en la próxima modificación de crédito una partida para la actuación. Fundamentalmente porque se desconoce el dinero que habrá que desembolsar. Esta incógnita la resolverá el proyecto que se encargue realizar.