Doce meses se pasan en un visto y no visto. Cuando nos queramos dar cuenta tendremos a los políticos de andar por casa subidos a la chepa e intentando convencernos de lo buenos que son para que les votemos en las municipales. Nos vendrán con promesas para la próxima legislatura. Alguna será novedosa, puede incluso que ingeniosa. Pero la mayoría olerán a naftalina. Entre la lista de propósitos de los candidatos al número 1 de la Plaza Mayor volverá a estar el bulevar o avenida comercial de la calle Vitoria. Pueden añadir a la nómina de proyectos pendientes los que consideren oportunos. Hay varios, que para eso vivimos en la ciudad del y si... 

No ha llegado aún a la categoría de viejuno, porque todavía es un plan nonato, pero lo del Burgos Río tendrá que volver a aparecer en el programa con el que se presente (¿se presentará?, ¿con qué partido se presentará?) a los comicios el actual vicealcalde, Vicente Marañón. Es de suponer que en lo que queda de legislatura al concejal de Ciudadanos solo le dará tiempo a organizar una comida con los miembros del prestigioso jurado que ha fichado para que bendigan su idea. Esta semana el Diario nos anunciaba que el equipo de Gobierno solicitará fondos de la Unión Europea para pagar el proyecto. Aspiran a lograr 300.000 euros de una convocatoria del Ministerio de Industria y Turismo con el propósito de lanzar este mismo año el concurso de ideas. Se asume, eso sí, que deberá ser la siguiente Corporación la que decida si sigue creyendo en el Arlanzón con el que sueña Marañón o si prefiere dejarlo como está y no intervenir en uno de los entornos más acogedores de la ciudad. 

Lo del parné europeo es como la pólvora del Rey de antes o lo del dinero público que no es de nadie de la ministra Calvo, que se puede pedir sin garantías de que se va a gastar en algo provechoso.