Cae la venta de mascarillas y EPM reduce al 50% su plantilla

Ó.C.
-

Equipos de Protección Mirandeses contrató a 15 personas en su planta del polígono de Bayas y ahora quedan siete, menos de la mitad. No descarta nuevas reestructuraciones

La empresa todavía trata de estabilizarse en el mercado porque no ha cumplido ni un año de vida. - Foto: Ó.C.

La fuerza de la pandemia desciende por el efecto de la vacunación y el uso de las mascarillas también cae. A medida que deja de ser obligatoria en ciertos espacios en España y en el resto del mundo, llega un descenso en las ventas. El cambio de tendencia lo sienten en la factoría de Equipos de Protección Mirandeses (EPM) donde arrancaron en noviembre con la actividad y con buenas previsiones de crecimiento. En su planta del polígono de Bayas comenzaron a fabricar mascarillas y en seis meses pasaron de tener 6 personas en plantilla a 15. Sin embargo a partir de ese momento notaron cómo los pedidos caían. «Hemos reducido la plantilla a la mitad y somos siete personas para adecuarnos a los pedidos», reconoce el jefe de Negocio, Jonatan Belarde.

La empresa ha experimentado toda la evolución de la pandemia desde que vio la luz. Ahora trata de adaptarse a una nueva situación. «Seguramente haya más ajustes porque si no se venden mascarillas habrá que adecuar la empresa a la producción», asume el responsable. De esta manera, pelean por encajar su actividad, observando de cerca todos los cambios que hacen que «el consumo de FPP2 ha descendido», precisan desde la firma. 

Dentro de la cartera de clientes con la que han trabajado en estos meses, «algunos hospitales nos estaban comprando y ahora han dejado de hacerlo o están adquiriendo quirúrgicas». La protección de la vacuna hace que «haya menos miedo o menos nivel de alerta», apunta Belarde, que remarca que para suplir este cambio de tendencia, la empresa ha sacado un nuevo modelo de FPP2 «que es más grande por lo que tapa más la cara y las gomas también son más largas por lo que resulta más cómoda de llevar».

Al margen de la innovación en los productos que tienen homologados, también avanzan para conseguir la autorización para el modelo FPP3, aunque no esperan un cambio muy significativo en el número de pedidos, porque la tendencia hace que tampoco vean este avance como un «factor que pueda favorecer un repunte en las ventas», detallan.

Antes esta encrucijada, una innovación en la producción podría aparecer en el horizonte, aunque Belarde admite que en estos momentos no lo plantean, porque «la inversión que hemos hecho en la planta ha sido muy fuerte y ahora mismo el nivel de ventas no es bueno, por lo que no vamos a afrontar nuevos gastos, y menos si no logramos estabilizarnos».

Uno de los balones de oxígeno que pueden encontrar EPM está en los pedidos que hagan las instituciones pública, «que no está habiendo». En este caso sí que notarían una inyección en el número de mascarillas que puedan colocar en el mercado. Cuando arrancaron en noviembre indicaron que de la mano del grupo Urbegi, impulsor de la factoría mirandesa, podían optar a contratos sobre todo en el País Vasco, donde en ese momento ya suministraban a residencias públicas de Vizcaya y Álava. 

Competencia. Por el momento no han cuantificado la caída en las ventas «pero sí que hay menos pedidos», zanjan. Al margen de las compras que reciben, en EPM reconocen que la competencia con los productos de China complica el mercado, por la extrema dificultad, sobre todo desde el punto de vista del precio, aunque no tanto de la calidad.

En este sentido, Belarde resume la situación y afirma que «ellos venden a un precio que está por debajo de lo que a nosotros nos cuesta fabricar». Para ejemplificar esta diferencia, confiesa que uno de sus modelos «lo comercializamos a unos 30 céntimos dependiendo del pedido que nos hagan y la gente las compra a 50, pero en cambio las mascarillas de China se encuentran por ocho céntimos o diez por lo que nos está haciendo mucho daño», concluye.