Pocos que suman mucho

MARINA URIZARNA
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Carmen Camarero, una estudiante burgalesa de Ingeniería Industrial, ayuda a los desplazados ucranianos huidos de la guerra hacia Polonia, donde se encuentra de Erasmus

Carmen Camarero, en Varsovia. - Foto: DB

Carmen Camarero es una burgalesa de 20 años a la que la guerra de Rusia contra Ucrania le ha pillado de Erasmus en Polonia, en la ciudad de Czestochowua. Estudia Ingeniería de organización industrial en la Politécnica de Burgos, y está cursando en aquel país el tercer año del grado. El conflicto se vive allí  de manera diferente por lo que ha decidido quedarse a ayudar en todo lo posible a los refugiados que llegan desde el otro lado de la frontera. 

Ha pisado recientemente las ciudades de Varsovia y Cracovia, donde ha visto con sus propios ojos lo que es huir de tu propio país porque se ha vuelto hostil. Explica que «es un choque llegar a la estación y ver a tanta gente durmiendo, sobre todo mujeres con niños y mascotas». En todas las estaciones  hay puestos de racionalización de alimentos, donde los refugiados que llegan se inscriben para acceder a un refugio y alimentos. Los voluntarios se encargan de distribuir a los refugiados por el resto de ciudades del país, como Czestochowua, ya que no pueden quedarse todos en la capital. 

Carmen, en la ciudad en la que se encuentra estudiando, contribuye a la ayuda donando comida a través de una asociación de la ciudad, llamada Fundacja Oczami Brata. Junto a sus compañeros, hacen la comida en la residencia de estudiantes y la llevan al santuario, donde se recoge para ser repartida a los refugiados. Además comenta, que transcurridos casi 20 días de guerra, comienza a notarse más la afluencia de personas que llegan de Ucrania. Lo que más llegan son mujeres con hijos, y «por suerte» no llegan heridos, ya que los hombres no pueden salir del país. 

El conflicto se vive en Polonia de forma tranquila, la gente no tiene miedo y está deseando ir a Ucrania a ayudar, aunque la Unión Europea no les permite cruzar la frontera. Carmen destaca  la buena gestión de Polonia ante la llegada masiva de refugiados: «Aquí no hay desabastecimiento en los supermercados y en ningún momento ha faltado de nada, yo estoy más tranquila que mis padres o la gente de otros países en los que veo que corre más alarmismo». 

Y es que no se planteó volver a España cuando comenzó el conflicto, aunque comenta que alguno de sus compañeros, que tenían clases online, sí lo hicieron. En su caso ha obtenido un papel de la Embajada Española para poder regresar a casa en caso de que la guerra se extienda a Europa, y en caso de que no haya vuelos comerciales, la Embajada puede proporcionar aviones para viajar a España.

Ver de cerca algo que en España se siente lejano, hablando de kilómetros, impresiona y puede suponer un shock para alguien que viaja a otro país para disfrutar de sus mejores años universitarios. Sin embargo, Carmen se siente tranquila y prefiere «pensar que no va a pasar nada más y no van a entrar en Polonia». Y mientras tanto, ayudar desde allí en todo lo que se pueda.