El 'chacachá' del tren

HÉCTOR JIMÉNEZ
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La vía ha sufrido diversas incidencias, la última este pasado martes

Un Alvia atraviesa el cambiador de ancho que ha padecido varios contratiempos desde que se inauguró. - Foto: Jesús J. Matías

El colmo de la mala suerte fue que al tren le cayera un rayo. No es un chiste. El día 3 de agosto, apenas diez después de su inauguración, un convoy que estaba parado en Madrid esperando para su regreso vespertino a Burgos sufrió una descarga eléctrica que lo mantuvo fuera de juego dos días. Es la metáfora perfecta del rosario de sustos que está viviendo el AVE burgalés, y por ende toda la red ferroviaria española.

Unos días antes este periódico ya había destapado que el cambiador de ancho situado a pocos metros al norte de la estación Rosa Manzano estaba dando problemas. En varias ocasiones ha sucedido que la doble composición proveniente de Bilbao y San Sebastián tiene problemas para atravesar esta pequeña caseta que permite a los trenes adaptables circular primero por la vía de ancho europea y luego por la ibérica. Ese tramo está en una fuerte pendiente y los vagones tienen que circular tan despacio, además de plegar los pantógrafos que conectan con las catenarias, que es necesaria una gran pericia del maquinista para sortearlo sin problemas. Y la última vez que ha habido retrasos achacables a este motivo ha sido este martes.

A esto se suma que, en cuanto los horarios se descuadran, se corre el riesgo de que unos trenes tengan que esperar a los del sentido contrario, pues entre Burgos y Venta de Baños la vía es única y los convoyes no pueden cruzarse salvo en dos puntos de adelantamiento muy concretos.

El remate a las incidencias llegó el día 16, cuando una avería en los enclavamientos cercanos a la localidad palentina de Dueñas, según explicaron desde ADIF, generó multitud de problemas a todos los servicios que circulaban por la alta velocidad no solo provenientes de Burgos, sino también del ramal de León-Palencia. Los retrasos superaron en algunos casos los 80 minutos.

Estas demoras, que en cualquier tren resultarían desesperantes, en el caso de los AVE y los Alvia además desesperan porque el viajero no paga billetes precisamente baratos. Son muchas cosas que mejorar para una línea todavía en pañales que no dejará de anhelar la conexión con el País Vasco hasta que esta llegue. Pero esto no será hasta dentro de una década. Más o menos y siendo optimistas.