Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


La hora Coca-Cola Light

04/11/2022

Una vez lo hicimos, una sola vez, y seguimos pagando por ello. En la televisión de los 90, en la que una mulata en tanga anunciaba Ron Barceló, una señora a la que le quedaba muy pequeña la ropa iba en moto buscando a Jacq's, donde había Mamachichos, por el amor de dios, una sola vez cosificamos nosotras a un hombre. El famoso Hombre de Coca-Cola Light. Un obrero estupendo que a las 11 y media se tomaba una ídem, y un grupo de mujeres, desde una oficina, le miraba por la ventana. Que ni le gritaban cosas, ni se acercaban a tocarle, le miraban. Fue una revolución, y empezamos a tomar Coca-Cola Light a todas horas, porque el tipo estaba bueno, pero era una Coca-Cola que ni se te pegaba a los dientes ni tenía calorías, y que además estaba más buena que la normal. Les salió redondo.

El problema comenzó cuando la Coca-Cola Light empezamos a beberla solo nosotras, porque ellos preferían echarse bien de Axe para ligar antes que tomar refrescos más saludables, y nuestra deliciosa Coca-Cola de la pegatina plateada les parecía demasiado femenina. Así que la compañía, que no es tonta, les creó otra bebida para ellos, con la lata negra, chunga, de malote, y con un nombre con bien de picos y pinchos, con una gran Z de Zero, lejos de las curvas de la Coca-Cola Original, y en las antípodas de la Light, e hizo que beber refrescos sin calorías fuera cosa de hombres, de esos que se visten por los pies.

Y ahora que hay que economizar la distribución, y ser más estratégicos, que la cosa está tirando a mal, van otra vez los maromos y nos ganan la partida. Ya no hay quien encuentre una santa Coca-Cola Light en un bar de España, con su botella de cristal, sus hielos y su limón, al solete de noviembre en una terraza. Im-po-si-ble, pero tú la pides, y el camarero te dice «tenemos Zero», y tú piensas genial, y yo en lugar de euros para pagarle tengo estos papelitos de colores, que son muy parecidos, y con una mirada de desprecio sideral le dices que en ese caso prefieres un Vichy Catalán. Y te acuerdas de la madre que les parió a todos y que si luego las feministas estamos todas locas. Poco locas estamos. Que ni la Coca-Cola nos la dejan tomar en paz.

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