No corrían buenos tiempos para la Farmacia Militar antes de la llegada de la pandemia. A las instalaciones del barrio de Fuentecillas le quedaban pocos años de vida, según los planes del Ministerio de Defensa, como mucho hasta 2022 o 2023, pero la crisis sanitaria del coronavirus ha relanzado su actividad en los últimos meses con la fabricación de mascarillas, un encargo que permite al centro de producción burgalés encarar el futuro con más optimismo. De hecho, su envejecida plantilla ha rejuvenecido con la contratación de seis empleados para esta nueva misión y  la fábrica ya dispone de 37 trabajadores, eso sí, muy lejos de los cerca de 150 que tuvo en algunos momentos.

Tras la llegada en el mes de mayo de una máquina -diseñada en España por la empresa Mondragon Assembly y fabricada en China-, y una vez realizados los ajustes preceptivos y formados los operarios, la Farmacia Militar está produciendo cerca de 17.000 mascarillas diarias para abastecer, exclusivamente, a las Fuerzas Armadas. Asimismo, cumple con la misión del Ministerio de Defensa de crear una reserva estratégica de 10 millones de estos medios de protección. Por ahora posee 320.000 en sus almacenes de la planta superior del centro productivo, según señala el coronel Ignacio Cabrera, máximo responsable del mismo.

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