La figura del Expediente de Regulación Temporal de Empleo surgió con los primeros compases de la pandemia como una herramienta vital para evitar despidos masivos y ahorrar costes a las empresas. Este procedimiento ha acabado por convertirse en vital para el devenir de miles de compañías en todo el país, pero en algunas su prevalencia ha quedado ya atrás. Es el panorama de muchas industrias burgalesas, cuyas buenas previsiones a corto y medio plazo han permitido sacar de los ERTE a la inmensa mayoría de su plantilla. Además, se han notificado casos de mercantiles donde la demanda de las fábricas de automóviles a las que surten de piezas les ha obligado a aumentar el personal.

Todo ello provoca que a 31 de agosto, según recoge el Ministerio de Trabajo y Economía Social, en la provincia de Burgos se encuentren inmersos en un ERTE 3.704 personas, de las cuales 1.498 son hombres y las 2.206 restantes mujeres.

Pero, echando la vista a los últimos meses, ¿cómo ha evolucionado esta cifra? Pues bien, aunque aún son más de tres millares los burgaleses que no han salido de estos expedientes, algunos incluso desde marzo, la evolución que está siguiendo esta ‘curva’ es claramente a la baja. Por poner en contexto, en abril, en el pico de presentación de ERTE, con las Oficinas de Trabajo colapsadas, llegaron a ser 16.339. Un mes después, en mayo, aún bajo el estado de alarma, bajaron levemente hasta 15.810, mientras que en junio, con el arranque de la temporada estival, seguían siendo 12.164.No obstante, con la entrada en la ‘nueva normalidad’ y el reinicio de la actividad industrial sobre todo, la caída de estos procedimientos se ha agudizado: en julio eran ya 5.422, y en agosto los citados 3.704, cerca de una tercera parte de los activos a inicio de verano.

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