Agua potable para Zambia en un broche

GADEA G. UBIERNA
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El aula del HUBU se suma a la campaña contra el hambre de Manos Unidas con la realización y venta de adornos temáticos. Ya es tradición y la demanda, cada vez más alta

Niños ingresados o muy asiduos a Pediatría, en plena confección. Los broches se pondrán a la venta el viernes 10, día de la Operación Bocata. - Foto: Patricia

Los críos ingresados en el HUBU no pueden participar en la Operación Bocata de Manos Unidas porque, lamentablemente, no están como para hincarle el diente a un bocadillo. Pero hace diez años que Susana Izquierdo y Jesús Hernández, los profesores del colegio de la planta pediátrica - el aula hospitalaria- pensaron que podían colaborar de otra manera: vendiendo broches artesanales y temáticos. Es decir, relacionados con el objetivo para el que la ONG recauda dinero. El éxito ha sido tal que pasaron de hacer unas decenas para el personal de Pediatría a más de un millar. Y si hicieran más, tienen claro que los vendían. «Esto es una locura, pero muy gratificante», afirman los dos docentes, tijeras en mano.

Con el diseño escogido para este año han rizado el rizo, porque tanto Izquierdo como Hernández coinciden en que es el más laborioso de todos cuantos han confeccionado. Lo habitual es que los responsables de la ONG en Burgos les anticipen en Navidad el propósito de la campaña contra el hambre y, entonces, los dos profesores se ponen a la faena. «Nos costó mucho dar con el modelo, pero, al final, a base de probar y probar, nos decidimos». El resultado -junto a estas líneas- es, de nuevo, espectacular: la silueta de una mujer con atuendo típico de Zambia. Algo justificado porque, en la ya inminente Operación Bocata, Manos Unidas recauda fondos para construir pozos de agua potable en este país del sur de África. «No sabemos cuánto tiempo lleva cada uno porque los hacemos por fases, pero, de todos los que hemos hecho, es el más complejo», dicen los profesores, que contaron con la colaboración de ocho pacientes en todo el proceso: recortar la silueta; pegarle el pelo;cortar, pegar y pintar el gorro; dibujar los rasgos de la cara para colocar el pendiente y las perlitas del collar; retorcer y 'repegar' la melena sobre el hombro; y, por último, poner el imperdible y empaquetarlos en sus bolsitas.

Los pacientes de más edad, Noemí y Lucas, dedicaron casi toda la mañana a echar una mano a los demás. «Soy un poco chapucero, así que pintar los gorros y que queden bien me parece lo más difícil p», apuntaba Lucas, sin que el resto parara de demandarle material. Para Noemí, en cambio, lo más complicado era conseguir que el pelo quedara «bonito». 

El taller fue extraordinario. Lo normal es que Izquierdo y Hernández asuman el grueso de la confección en sus ratos libres para que los pacientes aprovechen al máximo el tiempo lectivo. «Estas cosas les benefician mucho. Solo salir de la habitación y estar con otros niños les viene muy bien», apunta la supervisora de Enfermería, María Jesús García, quien siempre colabora con la divulgación previa a la colocación de punto de venta en la planta: el 10 de marzo, día de la Operación Bocata en los colegios. Algo de lo que, sí o sí, se encargan los niños. «Y lo hacen muy bien», destacan todos. El precio, igual que el bocadillo: 3 euros.