Parece que el término explicaciones va a estar de moda durante unos días en nuestro país. La cosa está provocada por la llegada del Rey Juan Carlos a su país en una visita pretendidamente privada aunque inevitablemente pública. Está bien eso de pedir explicaciones. Se me ocurren muchas situaciones pendientes de explicar. Podría empezar el propio Pedro Sánchez explicando aquel asuntillo del corta y pega de su famosa tesis y su autoría real o, si eso le incomoda, que explique el contenido de los datos que le fueron sustraídos de su teléfono móvil por Pegasus y de paso si el teléfono espiado era el suyo personal o el oficial de presidente.
Podría coger carrerilla y explicar la relación entre el espionaje de Mohamed VI y el cambio de posición en el Sahara. También podría la elegida por su líder para ser candidata de Vox en Andalucía explicar cómo se hace eso de vivir en Salobreña y en Madrid al mismo tiempo. Huele a una ubicuidad imposible pero esperamos explicaciones. Esto también alcanza a lo del alavés Maroto, residenciado en Segovia para ser senador por Castilla y León. Y puestos a pedir, podrían ponerse en fila los últimos presidentes del Gobierno de España y dar explicaciones del porqué todavía Burgos no está conectado por AVE a pesar de las sucesivas promesas hechas durante lustros. Debemos consolarnos con leer que empiezan a estudiar los futuros maquinistas. Esperemos que aprueben a la primera.
También podríamos pedir explicaciones por cerrar las centrales nucleares al tiempo que compramos kilovatios de la misma procedencia a nuestros vecinos. Que nos expliquen por qué no disminuimos nuestra dependencia del petróleo exterior explotando nuestros propios recursos de gas pizarra. Por no hablar de ese yacimiento de gas que al parecer se descubrió cerca de Canarias y del que nunca más se supo. Y podría Florentino explicar a los millones de madridistas, entre los que no me encuentro, por qué les ha estado narcotizando con la garantía del fichaje de Mbappé. O Pablo Iglesias podría explicar la financiación de su partido, lo del teléfono de su colaboradora, la niñera, Monedero… Cuando la fila de explicadores se haya aligerado será el turno de exigirle al Rey Juan Carlos las suyas si es que ha dejado algo en el tintero después de los prolongados procesos de investigación a los que ha sido sometido.