Por el derecho a migrar

ANGÉLICA GONZÁLEZ
-

Un grupo de burgaleses participa en la Caravana Abriendo Fronteras, que en su sexta edición ha atravesado las fronteras internas de la UE y las rutas que recorrieron los refugiados españoles en el siglo XX

Pilar Gutiérrez, activista de Burgos con las Personas Refugiadas, se abraza a otros compañeros de la Caravana. - Foto: DB

Su objetivo sigue siendo el mismo que en 2017 cuando comenzó. El colectivo Caravana Abriendo Fronteras se propuso entonces denunciar la situación de las personas migrantes y refugiadas «como consecuencia de las políticas migratorias de la Unión Europea» y lo ha hecho todos los veranos: primero fue Melilla y más tarde Italia, Andalucía, Ceuta, los Balcanes y Canarias, todos ellos dramáticos puntos en los que tantas vidas se han perdido. El pasado mes de julio puso su foco en las rutas interiores europeas, las mismas que después de la Guerra Civil recorrieron miles de españoles, y en ellas han participado un grupo de burgaleses entre las 150 personas que desde diferentes comunidades autónomas han querido. Pilar Gutiérrez, activista de Burgos con las Personas Refugiadas, ha sido una de ellas.

«Se ha querido poner de manifiesto que también existen fronteras internas en Europa y que en ellas también pierden las vida las personas migrantes. No sé si lo sabe mucha gente pero en el río Bidasoa han muerto ya varias y no se le pone el mismo foco que a la situación que se vive en el Mediterráneo», explicó.

Durante nueve días, la Caravana, que partió de Irún, homenajeó tanto a estas personas fallecidas como a las que han perdido su vida en el Mediterráneo, el Atlántico y los Balcanes, a la vez que recordaba a los españoles que tras la Guerra Civil tuvieron que huir del país y sufrieron las penalidades de los campos de concentración. Así, se visitó el de Gurs-Oloron, donde fueron a parar buena parte de los combatientes republicanos, y otros puntos clave del exilio español como Rivesaltes, Argelés, que acogió a más de medio millón de refugiados españoles, o la maternidad de Elna donde nacieron 600 niños cuyas madres estaban retenidas en los campos de concentración.

En todos estos puntos se realizaron debates y se presentaron experiencias migratorias y de redes de apoyo a los migrantes y refugiados, a los que se les dio voz. Denunciaron las muertes y desapariciones de miles de personas en su camino hacia Europa y su retención en condiciones «indignas» y la «creciente violación de los derechos y libertades de los migrantes que viven en la Unión Europea» y exigieron el cumplimiento del derecho internacional para que cesen «la externalización de las fronteras, las deportaciones y las devoluciones».

Para Pilar Gutiérrez, Europa ha demostrado con la acogida a las personas refugiadas de Ucrania «que se puede hacer»: « Nos alegra, por un lado, la acogida que la Unión Europea ha dado a millones de personas ucranianas que huyen de la guerra, regularizando su situación de forma inmediata y comprobamos que sí es posible este tipo de acogida. Pero contemplando las políticas migratorias para las personas migrantes procedentes del sur, se ha visto que son políticas de  muerte y de rechazo. Dejar morir por falta de atención a quienes tienen hambre o por falta de socorro en el mar o en la montaña es necropolítica».