Recoletas incorpora un Da Vinci y duplica el tamaño de su UCI

G.G.U.
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El grupo ha invertido 1,5 millones en ampliar su unidad de cuidados intensivos, que pasará de 7 puestos a 15. Ya hay personal acreditado para usar el robot quirúrgico, que llega en días

La gerente del hospital de Recoletas, Pilar Gómez, junto al coordinador médico, Rodrigo Avello, en la parte de UCI que abrirá en un mes. - Foto: Alberto Rodrigo

La sanidad privada da un salto cuantitativo y cualitativo en Burgos este otoño, cuando Recoletas incorporará el robot Da Vinci a su equipamiento -para cirugías urológicas, sobre todo- y estrenará la primera parte de su nueva Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), con la que, una vez finalizada la obra, duplicará su capacidad actual. Pasa de los 7 puestos que tiene ahora a 15, con posibilidad de llegar a 17. La obra es de envergadura, la más importante que ha asumido el centro privado desde su implantación en la ciudad, porque conlleva transformar en espacio asistencial la terraza en la que ahora tienen el sistema de climatización, que se elevará un piso y se colocará en la azotea. La inversión para la reforma supera el millón y medio. 

«Estamos muy ilusionados con esta obra, porque somos un hospital esencialmente quirúrgico», explicaba ayer la gerente del centro privado, Pilar Gómez, antes de añadir que la ampliación de la UCIno solo permite aumentar la actividad en los quirófanos, sino la complejidad de las operaciones y de los pacientes que se tratan. Algo que corroboró el coordinador médico, el anestesista Rodrigo Avello, matizando que el objetivo es que nadie tenga que salir de Burgos para encontrar soluciones a su problema asistencial.

Para ello, el grupo Recoletas lleva más de una década transformando su hospital burgalés, en el que ha encadenado reformas desde 2010 para poder atender la demanda, cambiante. Sin embargo, la gran transformación se ha producido en el último año, cuando han inaugurado su 'Instituto neuro vertebral' (en abril) y su 'Instituto urológico' (en junio). Este último se reforzará ahora -«de inmediato»- con la llegada y puesta en marcha del robot Da Vinci, que se podrá utilizar en cuanto esté instalado porque el personal ya está acreditado para manejarlo. 

El Da Vinci es un equipo que, además de eliminar temblores y cansancio, permite giros de 360 grados -imposibles para una muñeca humana- y visión en tres dimensiones del lugar exacto en el que se está interviniendo. Es una cirugía de alta precisión y reglada; esto es, que exige una formación y una titulación específicas para poder emplearla. Quienes deseen hacerlo han de superar una primera fase virtual, a través de internet, mientras que la segunda es práctica y consiste en hacer horas y horas de simulación con la consola a través de la cual opera el cirujano. Porque si algo repiten los especialistas habituados al Da Vinci es que el robot mete el bisturí, pero el que opera es el cirujano. Y, mientras que uno controla los mandos -y, por tanto, la cirugía- siempre tiene que haber otro junto a los brazos del aparato, por si hay complicaciones que obligan a iniciar una operación convencional.

El HUBUlo estrenó en junio de 2018 y, ahora, lo hace Recoletas con personal acreditado en Urología, Cirugía General, Ginecología y Otorrinolaringología. Pero, en principio, la idea es emplearlo en Urología, que es la especialidad en la que la cirugía robótica es más eficaz.

Primera parte. La obra en la UCI es el remate a una remodelación progresiva, que empezó en las plantas de hospitalización, siguió en la maternidad, en las consultas, la admisión y en los quirófanos. Pero el cambio más acusado será el de la UCI, que se ha planteado en dos fases, para cuyo desarrollo hay autorización del Ayuntamiento.

La primera parte se terminará en un mes, aproximadamente, y consiste en la habilitación de seis puestos para críticos en la tercera planta del hospital. Lo más complicado en este tipo de obras es la instalación de los circuitos para los gases, que ya está hecha. Así, la dirección del hospital confía en disponer de 13 puestos de UCI a mediados de octubre: los siete actuales, que están en la primera planta, y los seis nuevos, en la tercera (donde antes estaba la zona de educación maternal). Pero sendas unidades, así como los quirófanos, tienen comunicación interna y directa por ascensor.

A partir de ese momento, las obras se centrarán en la segunda fase, que también es la más complicada, porque exige reforzar la estructura del hospital. Para entender el alcance de la reforma, basta con colocarse frente a la entrada de Urgencias y levantar la vista a la terraza de la tercera planta, donde ahora está toda la instalación de la climatización. Todo eso se tiene que retirar para habilitar ahí el resto de la UCI, con luz natural -algo que tiene beneficios probados en los pacientes críticos, para que no se desubiquen tanto- y colocar la climatización justo encima. 

Está previsto que esta parte lleve otros tres o cuatro meses para tener la unidad operativa a comienzos de 2023. Entonces, se podrían abrir ya las quince camas, con «la tecnología más avanzada», subraya Gómez, destacando que 5 de los nuevos boxes serán de aislamiento, pero con la particularidad de que los intensivistas podrán decidir, en función de las necesidades del paciente, si ponen presión negativa o positiva (algo poco habitual y que ayuda a evitar la transmisión de enfermedades, además de redundar en beneficio del enfermo, para quien también reduce el riesgo de infección sobrevenida en el ingreso). El personal ya lo tienen: 7 enfermeras y una decena de intensivistas, afirmó la gerente.