«Me preocupa que tenga más fuerza un tuit que un artículo»

ALMUDENA SANZ
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La fotoperiodista Anna Surinyach admite que tras cada viaje se replantea su trabajo: «Perdemos la guerra del discurso, cada vez hay más gente a favor de endurecer las políticas de migración». Hoy habla de la 'cara b' del oficio en el MEH (20.15 h.)

La fotoperiodista Anna Surinyach admite que tras cada viaje se replanteo su trabajo. - Foto: Raúl Gallego

El sueño de la fotógrafa Anna Surinyach (Barcelona, 1985) no fue ir a una zona de conflictos por ir. Fueron la curiosidad y la necesidad de contar historias que pudieran ser interesantes lo que la motivó a hacer prácticas en Médicos Sin Fronteras. «Allí empecé, no para fotografiar el conflicto en sí, sino sus consecuencias, donde yo más me he centrado, en la tercera línea, nunca me he empotrado con un ejército ni, seguramente, lo voy a hacer». Ese trabajo la condujo a especializarse en temas de movimientos de población de todo tipo y migraciones, que, en buena parte, están provocados por conflictos o situaciones relacionadas con la violencia. La búsqueda de esos relatos la ha llevado a Siria, República Democrática del Congo, México, Sudán del Sur, Yemen, Etiopía, Nigeria, Pakistán o Colombia. De esta experiencia habla hoy en el Museo de la Evolución Humana a las 20.15 horas en la segunda charla de Un mundo en conflicto, ciclo orquestado por el MEH y Diario de Burgos. 

Ucrania ha sido el último país en su objetivo. Tras seguir los pasos de la población ucraniana en Cataluña, acercarse a los vuelos humanitarios fletados desde allí para reflejar cómo es su acogida, «que me parece súper bien», frente a la de otras nacionalidades, viajaron a la zona. Aterrizaron justo cuando se produjo la liberación de Bucha y otras ciudades del cinturón de Kiev. Y durante 10 días documentaron «qué había pasado no tanto con los muertos, que también, sino con quienes habían sobrevivido». 

Los vivos de Bucha, publicado en la revista de información internacional 5W, de la que es fundadora y editora gráfica, relata lo que vivieron. 

«La guerra de Ucrania se está cubriendo de una manera extraordinaria, en el sentido de que hay muchísimos medios, que lleva más de dos meses y sigue en las noticias y muchas veces abriendo informativos; eso no pasa con la mayoría de guerras. A ver cuánto dura», aventura y afirma que volverá, aunque tiene que cuadrar las fechas con su pareja, también en el gremio, para cuidar de su hija. 

E irrumpe ahí la conciliación laboral y familiar. Un tetris al que también juegan las reporteras. Confiesa que, como todas las mujeres, dudó de si la maternidad frenaría su carrera y cómo la afectaría, pero al final, sabedores de que contaban con una red de abuelos y amigos, se lanzaron. «Intentaremos no ponernos en riesgo los dos juntos, pero, y esto en algunos círculos no está bien decirlo, hay que reivindicarlo, yo no voy a renunciar a mi profesión por la maternidad siempre que la niña esté bien y tenga todo lo necesario», destaca antes de, ya en este camino, admitir que en su profesión, como en la mayoría, aún quedan techos por derribar por ser mujer. Esa es otra lucha (...).

(Más información en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy miércoles o aquí)