Con las primeras nieves del año en la provincia es indudable que el frío ha llegado para quedarse, pero con ellas también ha venido la diversión. Ayer, tras levantarse y desayunar un café caliente con unas tostadas con jamón, Fernando, Ana, y sus dos hijos pequeños se ataviaron con ropa impermeable y cargaron el maletero de su coche con trineos, palas, gorros, guantes y botas de nieve para ir a pasar una mañana diferente y muy entretenida a  Pineda de la Sierra. 

Como ellos, cientos de burgaleses se dirigieron ayer hacia el Valle del Sol, situado en las faldas del pico Mencilla, en familia o con amigos, para disfrutar como cada invierno de las carreras de trineos, construir muñecos de nieve gigantes, tomarse fotos y pasear por la montaña teñida de blanco. La escena parecía de película. En la colina costaba distinguir a pequeños de mayores, peleando entre todos por ver quién llegaba antes arriba y se tiraba el primero por la pista. «Nos sentimos como si hubiéramos vuelto  a tener 15 años otra vez», dijo Fernando. 

Pero llegar hasta allí se convirtió en una odisea. En el último medio kilómetro de la carretera que sube desde la localidad serrana hasta el valle, donde se encuentra también el albergue, los vehículos aparcados ocupaban los dos lados del acceso, pero los coches recién llegados continuaban avanzando por la calzada. Los que subían se toparon de frente con quienes abandonaban el valle, y se formó un gran atasco que colapsó el acceso al lugar durante un largo rato. «Si la gente ve que hay coches a ambos lados que no siga subiendo, todos los años nos pasa y parece que no aprendemos», expresó con indignación uno de los excursionistas. 

(Reportaje completo, en la edición impresa de hoy de Diario de Burgos)