Villalbilla: el barrio que quebró alrededor de la ermita

H.J.
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La imagen del frustrado residencial 'Molino Ramón' contrasta con el cuidado parque anexo que mantiene el Consistorio de Villalbilla

En este barrio cercano a Villalonquéjar se previeron 1.700 viviendas y solo se han construido menos de 300 - Foto: ALBERTO RODRIGO

Son terrenos pertenecientes al término municipal de Villalbilla, pero ni la maleza ni los concursos de acreedores entienden de fronteras territoriales. A un paso de Burgos capital, la situación de la gigantesca urbanización emplazada junto al viejo Molino Ramón ejemplifica bien qué pasa cuando las empresas quiebran arrastradas por las crisis y las administraciones públicas sobreviven para seguir manteniendo los espacios públicos.

La que fue bautizada como ‘Residencial Villas del Arlanzón’ tenía previsto acoger 1.700 viviendas (calculen a una media de tres vecinos por cada una de ellas) y solo se han terminado 296, un centenar de ellas de protección oficial. Incluía zonas comerciales, dotacionales y hoteleras, pero las empresas que participaban de aquel proyecto fueron golpeadas duramente por las crisis, abandonaron los trabajos y de momento lo único que está abierto es un bar en un local de concesión municipal.

La promotora, al menos, dejó terminadas las calles y un puente sobre el Arlanzón, lo que permite comunicar la prolongación de la avenida Valentín Niño (término de Burgos) con Villalbilla. Y a mitad de camino, en torno a una pequeña ermita, luce un parque bien cuidado con zonas de paseo, una fuente que funciona y hasta un carril bici. Todo ello está mantenido por el Ayuntamiento de Villabilla, porque en cuanto se cruza desde el parque a cualquiera de las calles aledañas (exceptuando la avenida principal) la imagen es desoladora.

Las vías están cerradas mediante cadenas para que ningún amigo de lo ajeno se dedique a destrozar lo poco que queda, pero es imposible ponerle puertas al campo y a los vándalos. Y entre las tiras de asfalto por las que nunca han llegado a circular coches, un buen puñado de parcelas se han convertido en zonas selváticas donde ni siquiera se pueden ver ya los escombros porque la maleza se los ha comido.

Allí también haría falta un buen registro de solares, pero de poco serviría ante la insolvencia de las empresas quebradas. Ya en 2013 el Consistorio de la localidad del alfoz lamentaba su suerte ante la deuda que les había dejado la promotora: casi medio millón de euros en concepto de IBI por un lado y de plusvalías por otro. Una parte han podido cobrarla al pasar los suelos a manos de los bancos pero hay otra a la que el alcalde, Teódulo Revilla, ya da por perdida.