La enviada de Flora a Covarrubias

P.C.P.
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Pepa Renes se va a ocupar de que nada ni nadie le robe la primavera a sus vecinos con las más de 500 flores de papel que ha confeccionado para celebrar el resurgir de la vida tras la pandemia

Pepa Renes, en la puerta de su casa con parte de las 500 flores que ha confeccionado durante el confinamiento para los vecinos. - Foto: F2 Estudio

A la diosa Flora, Cloris en la mitología griega, resulta sencillo reconocerla en numerosas representaciones artísticas a lo largo de los siglos. Coronada, con jarrón o bandeja, vestida o engalanada siempre con profusión de flores, pétalos, hojas, tallos y ramos de todas las especies, preferiblemente las más coloridas.

Como la deidad romana, Pepa Renes se va a ocupar y preocupar de que a los vecinos de Covarrubias nada ni nadie les robe la primavera. Cada día desde que comenzó el confinamiento -ayer dio descanso a sus doloridas manos- elabora con paciencia y  delicadeza infinitas unas 20 flores de papel, que pretende colocar en cada casa de la villa rachela y en algunas de sus plazas y calles más emblemáticas. Lleva ya unas 500 «y somos 554 censados», pero lo que en principio iba a ser una iniciativa para el barrio de la Era, donde vive, va camino de convertirse en una acción comarcal. «Si me sobran irán para Mecerreyes, me han pedido también en Puentedura... ¡Y cómo voy a dejar a mi gente de Retuerta sin ellas!», exclama.

Se le han acabado ya los folios de colores, que el estanquero intentará reponer, pero este «culo inquieto» ha seguido con revistas recicladas y, al ver que la situación de confinamiento se prolonga, ahora busca ramas secas para adornar también los espacios públicos de la localidad.

Descendiente de los ermitaños de las Mamblas, como llamaban a sus antepasados por cuidar la ermita, vive intensamente y se emociona al recordar algunos momentos de esta crisis, como el primer día que pudo salir a dar un paseo y en una tierra empezó «a chillar, a llorar, a extender los brazos y a dar las gracias a la madre naturaleza por dejarnos disfrutar otra vez del sonido de los pájaros, de esa explosión de colores y de sensaciones...», describe.

Con las flores, Pepa busca recuperar la estación y la alegría que se llevó la pandemia. Pero su acción también entraña una reflexión más profunda, un intento de reconciliación con la naturaleza, una vuelta a los sencillos orígenes del hombre y una reivindicación del mundo rural. «Quiero seguir luchando por Covarrubias», afirma, pese a que un lado de su cerebro le dice, después de 12 años en la junta directiva del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT), que la de diversificar las actividades y buscar futuro empresarial y económico más allá de los veraneantes y visitantes de fin de semana o intentar revitalizar el comercio en las zonas rurales «es una lucha perdida», incluso pese a la experiencia traumática que vivimos. «Estoy convencida de que no vamos a aprender nada», subraya con pesimismo.

El silencio de una villa bulliciosa sobre todo los fines de semana y la desaparición del turismo, sector en el que también trabaja Pepa Renes, han sido un golpe duro para Covarrubias. Aún así, sueña con el día en que pueda colocar en las ventanas de sus vecinos las flores que confecciona y «celebrar nuestra primavera particular», al igual que los 25 años de las Aulas de Música, aunque sea a los 26, y recuperar las actividades de la Asociación de Amigos de la Música.