El ave del año desaparece del campo burgalés

G. ARCE
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Unas 200 parejas reproductoras de aguilucho cenizo habitan y crían en los extensos cultivos de trigo y cebada de la provincia. Su censo ha decaído más de un 10% en la última década

Una hembra de aguilucho cenizo, de color pardo y con pluma blanca en el obispillo, sobrevuela los campos de cereal cosechados. - Foto: Gabriel Sierra

Es un ave muy fácil de distinguir, no solo por su tamaño mediano y la tonalidad de la que toma su nombre (aunque no todas), sino también por sus alas marcadas por una raya oscura longitudinal y su vuelo solitario, estilizado y de gran belleza, como una gaviota juguetona sobre los horizontes espigados de trigo y cebada. El aguilucho cenizo (Circus pygargus) forma parte del paisaje primaveral y veraniego de los campos de cereal castellanos, aunque la presencia de esta rapaz migratoria es cada vez más escasa y su ausencia se empieza a notar. 

La Sociedad Española de Ornitología Seo/Birdlife la acaba de declarar Ave del Año 2023, distinción que no es elogio sino un aviso y una alarma: su población ha caído un 27% en la última década en la Península Ibérica, y Burgos tiene responsabilidad en este declive.

El aguilucho cenizo está catalogada como una especie vulnerable en España, el país que alberga más parejas reproductoras tras Francia y Polonia. Según el último censo nacional de 2017, en la Península Ibérica se estiman entre 4.269 y 5.360 parejas reproductoras de esta rapaz, que pasa los inviernos en África y que acude a Europa desde principios de la primavera hasta finales de verano para criar.

En la crianza está su principal vulnerabilidad, pues esta ave pone sus huevos y cuida a sus polluelos en el suelo, protegido entre las espigas del cereal y las grandes extensiones de cultivo. 

Burgos, granero de trigo de España, ha sido tradicional refugio para estas aves. El censo de 2017 cifró entre 194 y 210 las parejas reproductoras aquí asentadas, lo que supones un descenso de entre el 8% y el 13% con respecto al conteo realizado una década antes.

Estas aves repiten año tras año zonas de anidada y se las puede ver en toda la provincia cerealista, en las comarcas de La Bureba, Odra-Pisuerga, Arlanza o Páramo de Masa, incluso en los campos de cultivo cercanos a la capital. «Son unos veleros perfectos, a los que le gusta el vuelo a baja altura y que siempre te sorprenden», detalla el ornitólogo Miguel Ángel Pinto, director de las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos. 

Es importante destacar que todas las provincias limítrofes de la región (Palencia, Valladolid, Zamora, León, Salamanca y Segovia) atesoran más parejas. Castilla y León en su conjunto acoge a más del 40% de la población de cenizos de España, entre 1.731 y 2.332 parejas reproductoras, lo que supone un tesoro natural extraordinario, máxime cuando Extremadura y Andalucía están dando síntomas preocupantes de un gran declive.

El aguilucho cenizo y sus pollos se alimentan de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras. La abundancia o no de esta ave en campos como los de Burgos se ha vinculado siempre a las plagas de topillos y ratones que tanto temen los agricultores. 

Pero la convivencia entre ave y hombre no es nada fácil, máxime cuando los nidos se sitúan a la altura de los gigantescos peines de las cosechadoras, que destruyen nidos y trituran a sus ocupantes, y cuando el entorno agrario en el que viven está sobreexplotado.

SEO/Birdlife advierte de que la agricultura intensiva es el principal enemigo del Ave del Año. El abuso de plaguicidas mata a las presas de las que se alimenta, el incremento de los cultivos leñosos reduce la extensión de espigas y la eliminación de los linderos y de las tierras de barbecho le limita sus refugios.

Preocupa la sobreabundancia de sus enemigos naturales: zorros, perros y gatos domésticos. 

Medidas. La ONG conservacionista ha puesto sus esperanzas en la nueva PAC, tan discutida por los agricultores, cuyas medidas medioambientales pueden proteger zonas de cría de esta y otras aves cerealistas. Entre las soluciones deseables piden la protección efectiva de los nidos localizados (incluso con pastores eléctricos), el incremento de los barbechos y la reducción de las cosechas tempranas. 

Los ornitólogos rechazan de entrada cualquier proyecto eólico, fotovoltaico o cualquier línea eléctrica en las cercanías de zonas habitadas por el cenizo y piden la paralización de las instalaciones operativas en épocas de reproducción.

Son muchos cambios para parar un declive cada vez más pronunciado. No obstante, vale más advertir que dar todo por perdido. 

«Por fin se ha elegido a un ave cuya evolución muestra los profundos cambios que están sufriendo los campos. Que el aguilucho cenizo sea Ave del Año nos plantea una reflexión sobre el tipo de campo que queremos en el futuro», sentencia Pinto, que aboga por un seguimiento y una protección más exhaustiva a la población burgalesa de esta rapaz.