Hacinas y Mecerreyes retoman su ancestral Carnaval

B.A.-R.E.M.
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La Tarasca y el Gallo regresan el domingo a las calles de estos municipios, con numeroso público atraído por los históricos festejos, dos de los más tradicionales de la provincia

La corrida del Gallo de 2020 en Mecerreyes, el último evento antes de la pandemia. - Foto: Valdivielso

La riqueza patrimonial de la provincia también se manifiesta en sus tradiciones, entre ellas la celebración del Carnaval, una fiesta pagana que en algunos municipios tiene un ancestral origen hasta convertirse en la actualidad en un importante reclamo turístico. Dos de los más reconocidos son los que se celebran en Mecerreyes y Hacinas. Ambos municipios están pendientes además de su declaración como Bien de Interés Cultural. Mientras Mecerreyes está incluida en la lista de mascaradas de invierno propuestas para recibir esta distinción por parte de la Junta de Castilla y León, Hacinas aún está fuera de ella, pero trabajando por su incorporación. «Se olvidaron por completo de nosotros», denuncia José Ángel de Juan, alcalde de Hacinas, que no entiende cómo desde la administración se pasó por alto que no aparecieran. 

De forma paralela, ambos pueblos siguen también luchando para que la tradición siga muy viva. En la localidad serrana los niños ya sacaron el domingo a pasear la Curra para pedir por las viviendas. «En Hacinas se inculca Carnaval desde pequeños», puntualiza el alcalde, que recuerda que su tradicional fiesta, que atrae a numeroso público, continuará con total normalidad este fin de semana. El sábado, a las 17, quien lleve un dibujo sobre Carnaval a la casa del cura recibirá un obsequio, y a las 19 está previsto un 'pasatarasca' amenizado por dulzaineros. Ya el domingo, después de misa, sobre las 13.30, tiene lugar uno de los momentos más espectaculares con la tarasca,  y los comarrajos corriendo detrás (y tratando de coger) a quien se ponga en su camino. Si uno es capturado, tiene que pagar por su liberación, generalmente en forma de vianda o bebida, a los mozos que la portan.  A las 17 está previsto que vuelvan a las calles, tanto la tarasca, como los comarrajos y la curra. La pandemia no evitó que el año pasado, sin público y con medidas, la Tarasca saliera a pasear. 

A las calles de Mecerreyes también regresan el Rey, los zamarracos, los danzantes, los alguaciles, los músicos y el coro. El pueblo vuelve ¡a por el gallo! tras el parón del año pasado en una tradición que se recuperó en 1980. «Es posible que igual para evitar tanta aglomeración en lugar de estar tanto tiempo en un sitio nos vayamos desplazando con más frecuencia», comenta Benito Mambrillas, miembro de la asociación cultural. 

La Tarasca trota por las calles de Hacinas en el año 93.La Tarasca trota por las calles de Hacinas en el año 93. - Foto: Florentino Lara

Hasta el último momento no se ha decidido su celebración por la pandemia, pero ante la mejora de la situación y al realizarse al aire libre entienden que no existe problema. Además, las ganas por desarrollar esta fiesta pagana que solo se ha interrumpido por motivos políticos (1936-1979) y sanitarios (2021) son máximas. Alrededor de 80 personas colaboran para vivir este Carnaval único, aunque se prevé que en esta edición salgan menos disfraces que habitualmente.

En la víspera, el sábado, se llevarán a cabo los preparativos tales como elaborar los dulces típicos o reparar algunos de los disfraces, aunque con esta última tarea ya han comenzado hace unos días. El domingo, día grande, los diferentes personajes del Carnaval salen a pedir aguinaldos desde las 9 de la mañana. Posteriormente, a las 13 horas, «con la gente vestida con los disfraces tradicionales» hacen el recorrido por las calles donde buscan «provocar al personal».

Y, por la tarde, desde las 17 horas, llega la gran fiesta del gallo. Desde el Ayuntamiento se llega hasta la casa del Rey y se le hace entrega del gallo. Tras incorporarse los danzantes, empiezan las carreras por las distintas plazas de Mecerreyes para terminar en una era a las afueras con el entierro. La jornada concluirá, como de costumbre, con la subasta en la plaza y la degustación de las orejuelas, el guirlache y las naranjas con azúcar.

En El Almiñé, en la Merindad de Valdivieso, también recuperan el sábado su tradicional danza del gallo coincidiendo con su 40 aniversario. Con más de cinco siglos de historia, el alcalde, Jesús Arce, asegura que «ya toca, tenemos ganas de volverlo a celebrar, es una fiesta muy querida en el pueblo y de mucha tradición». Se mantienen los actos tradicionales, aunque se evitará entrar a las casas durante las dianas y se realizará todo en la calle. Y, si hace bueno, la comida también se desarrollará al aire libre. 

Las dianas arrancarán a las 10.30 horas, para continuar con la misa a las 13 horas y posteriormente con un 'rico papeo'. A las 17 horas tiene lugar la danza del gallo, en la que se sale del pueblo con la dulzaina y el tambor tocando y nos dirigimos a un término, a algo más de un kilómetro, llamado Carraspal. No faltará tampoco la poesía antes de iniciar la danza. Antiguamente se mataba allí el gallo, pero ahora simplemente se le toca.