Expectación en la procesión de las 7 Palabras

G.G.U.
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Cientos de personas acompañaron a la cofradía que venera al Cristo de Burgos por las calles del casco histórico. Al terminar, se volvió a tocar el himno al Santísimo, que estrenaron el año pasado

Las Cruces Faroles recuerdan las siete últimas frases de Cristo en la Cruz. - Foto: Alberto Rodrigo

Gente que corre para coger primera fila y extranjeros con cara de asombro son dos de los clásicos del público de toda procesión de Semana Santa, pero la de las Siete Palabras contó este año con un componente que no tuvo el año pasado en su primera edición con recorrido nocturno: una afluencia de cientos de personas en todas y cada una de las siete paradas, de nuevo ante iglesias y monumentos del casco histórico.

Decenas de personas esperaban ya en la plaza de Santa María cuando la Banda de Música ‘San Fernando Rey’ llegó, con paso marcial, al punto de partida de la procesión que rememora las siete últimas frases que pronunció Jesucristo durante la crucifixión: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»; «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso»; «Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre»;«¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»; «Tengo sed»; «Todo está cumplido» y «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

Eran las diez de la noche y, según dejó de tocar la banda, se abrieron las puertas de la Catedral para sorpresa de las muchas personas que esperaban en la plaza, pero también en las escaleras de subida hacia San Nicolás y en la calle Fernán González. Un porcentaje significativo preparó la cámara del teléfono móvil para inmortalizar, a las 22.15 horas en punto, la salida de la réplica del Cristo de Burgos [que nada tiene que ver la imagen del Cristo de Burgos fracturado el Domingo de Ramos en San Gil, más conocido como Cristo de las Gotas], por el acceso principal del emblema burgalés, hacia cuyas agujas no pocos levantaban la vista en recuerdo de la devastación de Notre Dame. «Esta no tiene nada que envidiar», reconocían algunos.

En la cabecera de la procesión, siete cofrades portaban los pasos de las siete Cruces Faroles, todas ellas piezas de la zaragozana Casa Quintana, de 1902 y estructura metálica dorada que sujeta un entramado de cristales de distintos colores y texturas. En el centro, la palabra que representan y que da sentido a las distintas paradas, que los cofrades contextualizan con la lectura del Evangelio.

La primera fue en la Catedral, donde el Himno a España acompañó la salida de la réplica de la veneradísima talla del Cristo de Burgos, a hombros de 32 costaleros y sobre una carroza de madera de nogal, más pequeña y ligera que la que sacan en Viernes Santo. La segunda, también muy sentida, fue ante la iglesia de Santa Águeda, en cuyo acceso esperaba la talla de la Soledad y hubo aplausos de los feligreses. La tercera, también aplaudida, fue ante la iglesia de las Salesas, donde varias decenas de personas esperaban a la talla.

A continuación, la comitiva enfiló por Barrantes hacia plaza Castilla, donde se celebró la cuarta parada y luego, por el centro del paseo de la Audiencia (para evitar el roce de la talla con los plataneros), se dirigieron hacia el Tribunal Superior de Justicia, el Arco de Santa María y, por fin, la Catedral. Allí, y como colofón de la procesión del Martes Santo, se tocó el Himno al Santísimo Cristo de Burgos, que el coronel José Francisco Boyer compuso el año pasado por encargo de la Cofradía de las 7 Palabras y del Santísimo Cristo de Burgos.