Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Catadura o caradura

09/05/2022

En los últimos tiempos están cambiado con demasiada rapidez algunos conceptos que nos retrataban como seres humanos. Que ponían a prueba la catadura de cada cual. La economía se está volviendo tan despiadada que ahora la cosa no va de catadura, sino de caradura. Repaso los últimos ejemplos que me vienen a la cabeza, aunque hay mucho más. Hace poco nos enteramos de que lograr una comisión del 47% por hacer de intermediario para comprar en el mercado asiático mascarillas de mala calidad a costa del erario público es algo 'normal'. Muy normal no debía ser cuando lo primero que dijeron los dos trincones de turno, Luis Medina y Alberto Luceño, fue «a la saca» (la pasta, claro). Y tampoco se lo pareció a los jueces que ahora rastrean hasta la herencia de sus abuelas para hacer frente a la pillería.

Días después, una filtración tipo 'Pegasus' nos sirvió en crudo lo que se cuece debajo de ese espectáculo total en que se ha convertido el fútbol. Con lenguaje patibulario, el futbolista y comisionista Gerard Piqué y el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales (conocido como el 'Rubí'), se repartían la 'mandanga' de los petroeuros saudíes después de llevar al desierto arábigo un torneo oficial. A los pocos hinchas del Athletic de Bilbao que acudieron les fue imposible 'chiquitear' por las calles de Riyadh, pero «la saca» de millones que se repartieron estos dos pareció justificarlo todo. Muchos aficionados se preguntaron en las redes sociales: ¿Y qué pasa con los derechos humanos?

Faltaba el gran empresario dando lecciones de uso perspicaz de nuestros recibos. Y entonces llegó el dueño de la electricidad, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, para llamar «tontos» a unos diez millones de españoles que no regatean minuto a minuto su factura de la luz y siguen anclados en la tarifa regulada. Con sus 13 millones y pico de euros de salario anual bien puede negociar la suya. Yo tengo algún familiar cuya pensión de 700 euros le obliga a acogerse al bono social (hay más de tres millones en España) si quieren dar al interruptor. Y para eso, la norma exige tener una tarifa regulada. «No hay más dios que el dinero», decía mi bisabuela Benita. Y encima sus 'tablas de la ley' o su 'Biblia' la están reescribiendo 'pillos'.