Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Que no nos falte de ná

09/05/2022

Este periódico informó hace unos días de que se avecina un verano de fiestas gordas en la provincia. Después de dos años en blanco, o casi, los ayuntamientos van a tirar la casa por la ventana, las orquestas tienen las fechas clave copadas y hasta los que alquilan unos modestos hinchables tienen lista de espera.  Y, qué quiere que le diga, ya era hora.

Recuperar la normalidad es también lanzarse a las calle a celebrar y encontrarse, a desinhibirse, a disfrutar sin pensar en otra cosa. Y, si bien las fiestas son para todos, no nos engañemos en realidad son sobre todo para los jóvenes. 

No se ha hablado mucho sobre ello, pero estos jóvenes se han comido una parte de la pandemia exclusivamente suya. En realidad, no habla casi nada de los jóvenes, se les tiene al margen de todo en esta sociedad infantilizada. El caso es que según en qué edad les haya pillado, han visto interrumpidos algunos pasos de su vida.Por ejemplo, si cumpliste 15 en 2020, te quedaste en esa tierra de nadie del final de la niñez, la difusa adolescencia y el principio de la juventud. Si, pongamos, tienes pueblo, veías a las cuadrillas algo mayores yendo a las fiestas de la comarca y pensabas que al año siguiente te tocaría. Pero no pasó, por primera vez en la vida, y si eras de los perjudicados no podías entenderlo. Por eso es buena noticia, especialmente para estos jóvenes, que se avecine un verano potente, lo que antes era uno normal.

Podrán estirar la hora de vuelta, forzar los límites con la excusa de que es San Pedro si están en Burgos capital. Si lo desean, tendrán oportunidad de regresar a casa ya de día si andan por algún pueblo. Eso sí, después de una noche en la que reirán, bailarán, corearán a Ska-P, La Fuga y Los Suaves a las cuatro de la mañana, conocerán a los/las del pueblo de al lado, discutirán y, sí, algo se beberán. Tal vez, no se conformen con la verbena y, cuando termine, se acerquen a la tómbola, a seguir, a escuchar la música que puede estar más alta que la de la propia orquesta, a vaciarse, a apurar hasta que no quede nada más, como solo se hace cuando se tienen 16, 17 o 18.

Y esto, para el que quiera, va a volver a ocurrir, para unos será la primera vez y para la mayoría, después de tanto tiempo, como si lo fuera.  Por lo que pueda pasar, ¡que no nos falte de ná! Salud y alegría.