Un tequila con raíces en Sotillo de la Ribera

L.N.
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El publicista Alberto Callejo, residente en México, hace realidad su sueño al lanzar una edición que ha reposado en barricas de su tierra

Un tequila con raíces en Sotillo de la Ribera - Foto: DB

Hay quienes se toman muy en serio aquello de no olvidarse de dónde vienen por muy lejos que estén del lugar que les vio nacer. Alberto Callejo es uno de ellos. Sus raíces se encuentran en Sotillo de la Ribera. Estudió en Burgos, después se licenció en Publicidad y Relaciones Públicas en Madrid, incluyendo un año de formación en París. Más tarde, se trasladó a Dublín para cursar un máster de comunicación política. Y, desde hace algo más de seis años, está afincado en México. Un sinfín de kilómetros a sus espaldas para un hombre de mundo que siempre tiene muy presente a su añorada Ribera del Duero.

Así que hace un tiempo se propuso unir lo que él mismo define como sus dos mundos: vino y tequila. El vino porque siempre ha disfrutado mucho del campo, en Sotillo de la Ribera, el pueblo de su familia paterna. Y tequila porque, gracias a sus trabajos ligados a la publicidad y el marketing digital, entró en contacto con varios productores de tequila en el valle de Amatitán. Cuenta que labró una amistad con la familia Leal, que suman tres generaciones de maestros tequileros. De su mano, Callejo se lanzó a elaborar su propia bebida, a la que llamó Derechito y que vio la luz en 2018.

Poco a poco, aquella primera producción para el mercado mexicano fue creciendo y no tardó en traspasar fronteras. Apenas un año más tarde, llegó a Europa y a Estados Unidos. Pero le faltaba "dar lógica" a su historia personal. Después de alguna que otra vuelta, este sotillano de 34 años apostó por una fórmula a buen seguro nunca antes vista: conseguir barricas procedentes de la comarca ribereña en las que reposar y añejar algunos de sus tequilas. Vamos, que la bebida más emblemática de México y buena parte del mundo iba a alcanzar una nueva dimensión ligándose a la tradición y siglos de buen hacer en torno al vino que atesora la Ribera del Duero.

Fruto de esas ganas de "volver a los orígenes", no tardó en recibir la colaboración de su familia de Sotillo de la Ribera, que acumulan décadas de experiencia al frente de Bodegas Félix Callejo. "Hablé con Bea y se portaron muy bien. Nos mandaron cuatro barricas en las que había reposado el vino Parajes de Callejo", recuerda Alberto.

Una vez que estos toneles aterrizaron en México, el joven se volcó en conocer con todo lujo de detalles los procesos de añejamiento y curación de las barricas. "Empezamos a probar y finalmente sacamos el primero de cuatro lotes de unas 1.300 botellas. Es una producción muy pequeñita", a la par que ilusionante. Porque este proyecto le permite "rendir un homenaje a Sotillo, mi pueblo, y a mi familia", dice emocionado.

Olor, aroma y sabor. Según explica Callejo, este tequila, que ha llamado Derechito Rosé Sotillo de la Ribera, tiene varios toques característicos. "Debido a que en las barricas en las que ha descansado antes tuvieron vino, ese color rojo se transmite al tequila y le aporta las notas del vino en olor, aroma y sabor". De acuerdo con la ficha técnica, presenta toques de frutos rojos y madera en nariz y notas sedosas en boca, presencia de ágave cocido y final seco propio del tempranillo y del ágave del Terroir de Valles tras "45 días de siesta" en las barricas de roble francés importadas de Sotillo de la Ribera.

Así ha logrado cerrar su círculo. Poner el mejor broche que pudiera imaginar cuando llegó a México y creó su propia agencia de publicidad. En paralelo, la producción tequilera del burgalés crece. Primero fue un blanco; después un reposado, con nueve meses en barrica de roble americano; más tarde, un añejo con un año en barrica de roble francés y, finalmente, un extra añejo con tres años de reposo en barrica de bourbon.

En el ámbito comercial, Derechito gana peso, especialmente, en el mercado estadounidense, donde tiene presencia en estados como California, New Jersey, Arizona, Pensilvania o Delaware.