La familia sonorámica unida permanece unida

I.M.L.
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Desde Segovia, volverán a desembarcar en Aranda de Duero esta familia que vibra en la plaza del Trigo y no se quiere perder el 25 cumpleaños del festival más familiar que conocen.

La familia sonorámica unida permanece unida - Foto: DB

Poco a poco. Así fue creciendo el idilio de esta familia segoviana con Sonorama Ribera. Primero fueron los padres, Peli e Isabel, los que acudían uno o dos días al festival, hasta que conocieron esa parte diurna del evento que le hace especial. «A veces me siento un poco pardilla, cómo era posible que sólo fuéramos al recinto y no a la plaza del Trigo, cuando lo mejor para nosotros es la parte del pueblo, eso fue la bomba», reconoce Isabel. 

Esta pareja son habituales del circuito nacional de festivales, pero en sus 14 años como sonorámicos, tienen muy claro cuál es la magia de esta cita en Aranda de Duero. «Primero, que nos queda muy cerquita, pero sobre todo porque te encuentras con gente que sólo ves allí, es el punto de encuentro, a parte de toda la oferta musical y de ocio que tiene el festival», enumera Peli, pero Isabel tiene su propia definición: «Para nosotros Sonorama es familia, consideramos que es un festival cercano, familiar, que tiene muy en cuenta el mostrar cariño a la gente, que el público se sienta bien, cuida mucho a los artistas y los ves entre el público en los conciertos; para nosotros es entrañable».

La oferta para los pequeños sonorámicos también les enganchó. Desde 2016 empezaron a venir con sus dos hijos, Pelayo y Vega, de 12 y 9 años ahora, y lo disfrutan igual o más que cuando venían solos. «Es de los primeros festivales que vimos que tenían un apartado para ellos que no fuera infantil, sino que piensan en ellos como una parte del público y en el Sonorama Baby hay una excelente calidad musical, no son Cantajuegos, no tengo nada en contra de ellos pero la calidad no es de guardería, como sucede en otros festivales», comentan a dúo Peli e Isabel, lo que hace que los niños se queden contentos con los conciertos que pueden ver.

 Este va a ser el primer año que toda la familia junta disfrute de los cinco días completos de Sonorama Ribera, «a ver si aguantan» especifica Isabel, pero «graduando la intensidad de la agenda». «Al final es fácil, porque puedes estar por la mañana en el pueblo, te vuelves al alojamiento a descansar entre las cuatro y las ocho, más o menos, y luego te vas al recinto hasta las doce o la una», adelanta el planteamiento Peli. «El truco está en echarse la siesta, pero para ellos y para cualquiera, si no, no se puede aguantar a tope todos los días», reconoce Isabel.

Si los padres se enamoraron de Sonorama por su plaza del Trigo, Pelayo y Vega también alucinaron en su primera mañana de conciertos allí. «Cuando nos vieron con ellos, la gente se abrió mucho y, además, hubo un momento que les dejaron subir por detrás al escenario para que lo vieran y se quedaron flipados al ver tanta gente y el ambiente que había», hace memoria Peli.

Para este 25 aniversario, esta familia va a ser parte del ambiente del festival todos los días. «Después de la pandemia, y de acudir el año pasado pero sin ellos, este año ya hemos mirado el cartel», empieza a contar Peli, para que Isabel continúe con la lista de conciertos que no se van a perder. «Este año ya son un poco más mayores los niños y empiezan a tener su propio criterio; Pelayo no quiere perderse a C Tangana y a La M.O.D.A., porque son sus favoritos, y Vega está encantada de que vaya Amaia y Nil Moliner, y nosotros somos muy Shinova, muy Arde Bogotá», enumera Isabel.

Esta es una de las formas de dejar en herencia a las nuevas generaciones el amor por la música, y si es en directo, mejor.