¡Ah del castillo!

R. PÉREZ BARREDO
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DB entra a la finca dominada por el torreón de Olmosalbos que la Fundación Caja de Burgos ha puesto a la venta. Aunque las estructuras exteriores se conservan bien, las interiores son una ruina

Imagen desde el interior de la torre acastillada. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Los olmos que flanquean la torre se han ido despojando de sus hojas y ofrecen un suelo mullido, húmedo por el rocío de la mañana. El torreón posee el aire decadente que le han procurado los años de abandono, pero a la vez exhibe su acastillada estampa de forma imponente. La Fundación Caja de Burgos ha vuelto a sacar a pública subasta el alcázar renacentista de Olmosalbos y sus propiedades aledañas: una nave ganadera en cuyo subsuelo hay una impresionante y maravillosamente conservada bodega abovedada con piedra de sillería y cuatro fincas anejas. 318.000 euros, precio de salida. Una ganga, tratándose de un patrimonio tan valioso; no en vano, el torreón es Bien de Interés Cultural. Sin embargo, los posibles compradores se verán impelidos a realizar una inversión formidable para rehabilitar el conjunto, toda vez que aunque las estructuras externas se encuentran en un estado decente, los interiores (salvo el de la bodega) están profundamente deteriorados. Una ruina. Puro y peligroso escombro.

Enrique Ballesteros es una de las personas que están estos días mostrando la finca ubicada en el término municipal de Revillarruz (carretera de Soria) a los interesados, que son varios. Con él accedemos al interior de la propiedad. En el mismo recinto vallado en el que se encuentra el torreón del siglo XVI se erige una construcción alargada de sencilla mampostería en cuyo exterior sólo llaman la atención un ventanal labrado y un dintel con arco de medio punto. Es la nave ganadera, cuyo interior se encuentra en un lamentable estado: parte del techo se encuentra hundido y da la impresión de que el peso de una copiosa nevada acabaría por completo con él. Quedan, a la vista, vestigios de que se utilizó para guardar ganado: hay comederos y restos de fardos de paja y algún apero más. El resto son maderos y tejas y piedras vencidas.

En la fachada principal del torreón lucen los escudos del rico comerciante de lana Diego Gamarra y Leonor de Serón, matrimonio que hacia mediados del siglo XVI ordenó su construcción, obra de los arquitectos Miguel de Osma y Martín de Ochoa. Gamarra, que peleó por introducirse en la nobleza, quiso convertir esta propiedad en un símbolo de pujanza que le abriera las puertas de esa élite. Sin embargo, casi cinco siglos después, de aquel hito de prosperidad sólo queda el bello exterio del torreón, porque en su interior, desventrado, no queda nada de aquel pasado de esplendor. La torre consta de cinco plantas, y hoy constituye un verdadero peligro siquiera visitar la primera: ni las escaleras ni los suelos ofrecen garantías. Nada hay de valor en ese interior, donde sí son visibles las huellas de los omnipresentes vándalos que todo lo violan con sus pintadas y los burdos restos de su paso por allí. Sólo hay escombros, paredes derruidas, puertas desvencijadas, pasto de las termitas y la humedad, y la huella perceptible de que pudo hacer las veces de almacén: en el suelo languidece un cartel de la Caja de Ahorros Municipal de Burgos.

Con todo, el visitante puede hacerse una idea cabal de que la construcción rezuma nobleza, con amplias estancias y grandes ventanales que reflejan el dorado pasado de la propiedad. Pero si el interior del torreón es hoy una oquedad sin valor alguno, sucede exactamente lo contrario en el subsuelo de la nave agrícola, donde se halla, perfectamente conservada, una enorme bodega abovedada con piedra de sillería cuya visión constituye todo un espectáculo, incluso porque contrasta con el aspecto ruinoso que exhibe el resto del conjunto. A ella se accede por un sendero ahora cubierto por la maleza, y su entrada se ubica a la altura de uno de los laterales de la nave ganadera. La sorpresa es instantánea: la luz se filtra por varios vanos que se abren a ras del suelo exterior, proyectando un fulgor recogido, como de monasterio. Según explica Enrique Ballesteros, durante muchos años los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos emplearon esta bodega para conservar su famoso licor. Su estado de conservación es perfecto.

En el lote que se subasta no está incluida los restos de la iglesia, también ubicada a escaso metros del torreón. Edificada también en el siglo XVI y consagrada a San Martín, está en ruinas, si bien la espada conserva aún cierta dignidad, por más que hace unos años fueron sustraídas, al amparo de la noche, sus campanas. El ábside es rectangular y la portada tiene arco de medio punto con grandes dovelas lisas. A este templo pertenecía a un retablo de Alonso de Sedano que desde hace décadas fue trasladado al Palacio Arzobispal de Burgos, propietaria del recinto sagrado. El resto de posesiones que salen ahora a subasta y que Caja de Burgos adquirió en 1959 después de haber tenido propietarios de los linajes Salamanca y Berberana, son fincas anejas a este conjunto; en una de ellas quedan todavías restos de lo que fue el cementerio del caserío que existió enOlmosalbos. De hecho, en parte de los terrenos que se han puesto a la venta aún quedan vestigios de algunas de las casas que compusieron el poblado. Hoy todo este conjunto bañado por el río Los Ausines pertenece al municipio de Revillarruz.