Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Vergüenza y política

23/01/2023

En la antigua Grecia había un titán, Epimeteo, el que actúa antes de pensar, que por orden de los dioses repartió entre los seres animados dones y virtudes para que vivieran en armonía. Cuando les tocó a los hombres apenas quedaba nada y entonces, Prometeo, el que piensa antes de actuar, robó el fuego y las artes a los dioses y se los entregó para que crearon todas las cosas necesarias para vivir juntos, pero no les enseño cómo hacerlo, y aparecieron la discordia, la envidia, la violencia. Entonces Hermes, el dios mensajero, prestó a los hombres dos virtudes divinas, la vergüenza y la justicia, para que pudieran convivir. La vergüenza es un fuego interior que cuando se agita nos ruboriza y obliga rectificar, a actuar con moralidad y ética. La justicia es una fuerza externa, una voluntad de respeto por los demás que nos permite evitar los abusos y las desigualdades. Al juntarlas surge la politeia, la virtud política que nos permite convivir. Esa virtud es la base de la democracia, el gobierno basado en la participación de todos y el respeto de todos. Ese fue el formidable invento del pueblo griego, una manera virtuosa de convivir, pero también débil y vulnerable, amenazada por las pasiones, ambiciones e intolerancias. De ahí que el sabio Aristóteles, advertido del deterioro de la democracia originaria, preconizara el regreso a la politeia, al gobierno basado en la virtud política, que representa y respeta a todos los ciudadanos. 

¿Díganme?, ¿en qué se parece ese viejo relato, a las actuales democracias basadas en partidos y líderes que dicen representarnos pero que no nos respetan, que fomentan las ambiciones, justifican las desvergüenzas y toleran las injusticias? Cuando los ciudadanos, incluso los más simples, contemplamos atónitos el comportamiento de los partidos y sus líderes, sentimos vergüenza ajena, nos crece el rubor y la rabia interna, pero no sirve para nada, porque la democracia actual es cada vez menos una politeia y es más una plutocracia de partidos y oligarquías dominantes. Por eso, siempre espero de los que nos gobiernan, entre los cuales deberían estar la aristocracia política, los mejores, que piensen antes de actuar, que reflexionen antes de hablar, que estudien, investiguen e inventen nuevas formas de gobierno más avanzadas, que aprovechando las posibilidades de la ciencia y la técnica modernas nos representen mejor a todos y respeten la virtud política por excelencia, basada en esos dos sentimientos sencillos y universales: la vergüenza y la justicia.