Alarwool duplica plantilla y amplía su producción en Burgos

H.J.
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La empresa de moquetas de lujo apuesta por la autosuficiencia con la implantación de nueva maquinaria y explora el negocio de las ediciones limitadas de alfombras artísticas

Miles de hilos enhebrados en cánulas de plástico confluyen en una enorme máquina tejedora. - Foto: Jesús J. Matías

La firma Alarwool, creada hace 30 años y dedicada al diseño y fabricación de alfombras y moquetas de lujo, sigue apostando por la localización. Siempre ha tenido sus oficinas centrales en la capital burgalesa pero su única fábrica estaba en Alicante hasta que entre los años 2019 y 2020, pese a las dificultades de la pandemia, abrió una nave de producción en el Alto de la Varga. Y desde entonces no ha parado de ampliar plantilla y capacidad de fabricación.

Sus instalaciones acaban de estrenar una enorme urdidora, uno de los procesos de producción de moquetas que le faltaba en Burgos, y en junio llegaron dos grandes tejedoras con las que su confección anual pasará de 600.000 a 640.000 metros cuadrados anuales. Una enormidad de superficie con la que atienden a grandes cadenas hoteleras como Marriot o Hilton, casinos, trenes, cruceros y todo tipo de clientes de alto nivel. Julián Cubero, propietario del negocio e hijo del fundador, resume el espíritu de Alarwool, una empresa que fue reconocida con el premio Pyme del Año en 2020: «No queremos ser los más grandes de nuestro sector, pero sí queremos ser los mejores».

El incremento en el potencial productivo ha conllevado, además, la duplicación de su plantilla. Empezaron al pie de la A-1 con poco más de una veintena de trabajadores y hoy superan las 40 personas las que se emplean en Burgos, «el 80% mujeres», apostilla Cubero. 

De esta forma, paso a paso y aunque todavía les faltan por completar pasos claves como el tintado de los hilos que componen las alfombras, el objetivo de la empresa es convertirse en «autosuficientes» en todo el engranaje de la fabricación. No depender de proveedores externos ni de otros países cuyos suministros puedan verse alterados por crisis internacionales. 

En Burgos se cuida desde el primer esbozo de las alfombras, gracias a un equipo de diseñadores que debe cuidar al milímetro los detalles para una tan exigente cartera de clientes, hasta su tejido en enormes maquinarias controladas por ordenador para gestionar los miles de hilos que componen una moqueta. 

Oficina en Nueva York. «Queremos tener aquí el proceso completo», explica el máximo responsable de la firma, «y para ello hay detrás un gran trabajo y también un punto de idealismo para intentar crecer en nuestro lugar de origen».

Paradójicamente, mientras Alarwool refuerza su apuesta por Burgos también está obligada a cuidar su internacionalización, que es la verdadera clave de su éxito porque le permite competir a lo largo de todo el planeta.

Tiene oficinas comerciales por todo el mundo y a su red sumaron el año pasado dos más: Nueva York y Tbilisi (Georgia). De ahí que Julián Cubero se pase media vida viajando por el mundo para cerrar contratos con los grandes casinos americanos, los jeques de los Emiratos Árabes Unidos o los exigentes ejecutivos londinenses.

Superada la peor parte de la pandemia, que obligó a cerrar a los principales clientes de las alfombras y moquetas de lujo, se espera que en los próximos años continúen las aperturas de cadenas hoteleras y que los grandes cruceros retomen su actividad. Ahí estará la clave del crecimiento a medio y largo de Alarwool.