El HUBU alberga la única unidad acreditada para reimplantes

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Al año atiende unos 60 casos de manos con amputaciones de distintos niveles de gravedad. El servicio de Cirugía Plástica fue el único que en 2019 pasó la auditoría del Ministerio

Miguel Estefanía es el jefe del servicio de Cirugía Plástica del HUBU. - Foto: Patricia

Fue en el año 1991 cuando se oficializó la labor que ya entonces realizaba un joven servicio de Cirugía Plástica del Hospital General Yagüe en microcirugía y reimplantes. Un acuerdo con el Ministerio de Sanidad y la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) hizo que Burgos se convirtiera en un centro de referencia nacional, es decir, en un hospital al que llegaban todas las personas que sufrían alguna amputación de las extremidades superiores en cualquier punto del país. Desde entonces, las cosas han cambiado y más centros sanitarios se ocupan de esta labor aunque sigue siendo el HUBU el único que está acreditado por el Ministerio de Sanidad para esta labor. Y es que, aunque sobre el papel solo el HUBU es lo que se llama un CSUR -siglas que se refieren a centros, servicios y unidades de referencia- hay otros hospitales que siguen haciendo estas intervenciones. 

En 2019 Sanidad realizó una auditoría a los cuatro centros que entonces estaban acreditados para reimplantes, incluyendo la llamada 'mano catastrófica', y solo el servicio de Cirugía Plástica del HUBU la superó, razón por la que los otros tres salieron del listado. Esto no significa que todas las personas que sufren una amputación en las extremidades superiores solo puedan ser atendidas ahora en Burgos, también en otros hospitales más cercanos a la zona en la que se haya producido el accidente aunque no tengan ya este marchamo del Ministerio que, para Miguel Estefanía, jefe del servicio de Cirugía Plástica, tiene que ver con cuestiones burocráticas más que con la praxis médica: «Los únicos que cumplimos todos los criterios marcados, muy diversos, fuimos nosotros. Esto no significa que los otros estuvieran haciendo algo mal sino que igual no tenían, por ejemplo, un sistema de registro adecuado, porque se auditan muchas cosas como la organización del trabajo o la vinculación a la universidad, que es lo que a nosotros nos costó más justificar».

Se denomina 'mano catastrófica' a la que es de reparación compleja tras haber sufrido el paciente un accidente grave. «No necesariamente tiene que haber una amputación con la separación de una de las partes sino que puede haber muchas heridas, ser una mano con múltiples secciones o con afectación vascular, en definitiva, que requiere atención muy especializada». Informa Estefanía de que anualmente intervienen alrededor de 60 de estos casos procedentes, prácticamente todos, de Castilla y León y de comunidades autónomas limítrofes como La Rioja o Cantabria aunque también reciben pacientes de provincias más alejadas, algo que ocurre cuando los heridos no pueden ser atendidos por otros centros. «Si a un paciente de Sevilla, por ejemplo, le dicen que no le pueden atender allí pues nos llaman a nosotros y si creemos que podemos aportar algo, lo recibimos. Pero lo normal es que se quede en su misma zona».

Es el sistema de Emergencias el que avisa a Burgos de que hay una persona con graves heridas -antes era la ONT- y el traslado se hace en ambulancia o en helicóptero (que aterriza en el propio HUBU) dependiendo de la distancia. Hay más pacientes varones que mujeres y las principales causas de las heridas son accidentes laborales, deportivos, de tráfico o domésticos aunque también se atienden -no es infrecuente en niños- los provocados por el uso de petardos. «La mayor parte de ellos son producidos por máquinas pero le puede ocurrir, por ejemplo, a una persona que está montando a caballo que la cuerda se le pone alrededor del pulgar y al tirar el animal el dedo se sale; hay pacientes que se cortan utilizando una motosierra o una sierra circular o que sufren un accidente sacando la mano por la ventanilla del coche o que cuando un anillo se engancha en cualquier sitio al tirar, el dedo se desgarra», describe el jefe del servicio. 

Una urgencia. Cualquiera de estos casos suponen una urgencia porque al correrse un serio riesgo de perder un dedo o la mano el paciente debe entrar cuanto antes al quirófano: «Cuando hay masa muscular, el tiempo tiene que ser menor de seis horas y cuando son amputaciones más pequeñas, algo más. Si la mano está isquémica, no le llega sangre, necesita operarse cuanto antes, no se puede esperar al día siguiente». En ocasiones llegan las manos o los dedos protegidos a baja temperatura y es importante, advierte el experto, que el sitio donde se coloquen esté frío pero que el hielo no tenga contacto con el miembro amputado «porque si no, se congelaría y eso abocaría a un fracaso del reimplante».

Los cirujanos plásticos recaban todos los datos del herido, incluido si es fumador o no -explica Miguel Estefanía que quienes consumen tabaco tienen un peor pronóstico y una menor supervivencia del reimplante puesto que fumar perjudica la circulación-, el nivel de amputación o la edad, ya que hay una serie de características que les pueden excluir de la intervención. «Un paciente muy mayor con un corte muy pequeño de un dedo y que venga de muy lejos pues igual no merece la pena someterle a un traslado y a una intervención de muchas horas». 

Los once cirujanos del servicio están formados para hacer este tipo de operaciones, por lo que quienes hacen las guardias habituales -dos médicos adjuntos 'localizados', es decir, que no están en el hospital pero que llegan en el momento en el que hagan falta, y un residente de presencia física- están plenamente capacitados para intervenir cualquier urgencia. «Lo que más trabajo da a Cirugía Plástica en una guardia es la cirugía de la mano, sin lugar a dudas. Esto no significa que estemos todo el tiempo haciendo reimplantes sino que vienen fracturas, tendones, nervios, etc. y hay que tratarlos».

Para adquirir esa pericia los médicos se han formado siempre con animales -en concreto, con cerdos- algo que con la falta de veterinario en el animalario del HUBU (se acaba de incorporar un profesional hace apenas unos días) lleva un tiempo paralizado: «En cuanto se normalice esta situación volveremos a realizar aquí formación continua porque hasta ahora nuestros residentes se han tenido que ir fuera a hacer los cursos».