Joyas de la vanguardia

I.L.H.
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La joyería contemporánea trata de romper los límites de una disciplina asociada al complemento de la vestimenta. Las alhajas pueden ser piezas de arte conceptual, esculturas para llevar puestas o un medio para contar historias

Elena Larrén, a la izquierda con alumnas de la Escuela de Arte y Mayte de la Iglesia. - Foto: Alberto Rodrigo

ELENA LARREN (Joyera): «Trato de romper los límites de la joyería y crear piezas con carga emocional»

Lleva puesto un collar «antiestrés» cuyos eslabones son de rejilla y unos pendientes como péndulos creados con metacrilato y plata. «Son piezas divertidas, que se mueven, hechas con elementos que se pueden intercambiar, que interactúan y generan curiosidad», afirma Elena Larrén, joyera, artesana y artista. Sin embargo, lo que más llamó la atención en la Escuela de Arte no fueron las piezas 'comerciales' de su colección, sino aquellas que expone en galerías y museos.

«Trato de romper los límites de la joyería, de abrir otras líneas de trabajo diferente a la industria tradicional. Hablamos de personalizar, de expresar conceptos y de agitar conciencias como hace el arte. La joyería lo bueno que tiene es que puedes mezclar las disciplinas y al final crear pequeñas esculturas para llevar puestas».

Como ejemplo, Larrén mostró en la Escuela tres collares: uno hecho con palomitas (y ahí seguía su olor, después de 8 años), otro con musgo liofilizado y piedras de amatista y citrino y un tercero de latón lacado. «En la joyería contemporánea no hay piezas vacías, todas tienen una carga emocional», aseguró después de que el alumnado al probarse las joyas dijera de que les evocaba el cine o el campo.

Sorprendió también una instalación que expuso en Simancas y llevará a Portalegre(Portugal) hecha con una montaña de 60 kilos de arroz en la que se ocultaba un anillo de compromiso con un grano engarzado. I promise requiere la participación del público comprometiéndose con alguna acción en beneficio de la sociedad.

MAYTE DE LA IGLESIA (Modelo y estilista): «Cuando porto o me ceden joyas antiguas nunca las llevo de forma ortodoxa»

Como buena valenciana, asegura que desde que era niña le ha «fascinado el brillo, la ornamentación, lo barroco...» y se fijaba en las joyas de los mayores. «Recuerdo a la madre de un amigo con muchísimos anillos, pero no era una cuestión de exhibicionismo sino de personalidad, de alguien que se siente indefensa si no lleva esa cantidad de información en las manos».

Después las joyas formaron parte de la carrera de modelo de Mayte de la Iglesia y ahora lo hacen en su faceta como estilista. «Dentro de la moda son un complemento para crear una estética, aunque los metales reciclados o los brillantes creados artificialmente han gestado un universo mucho más amplio tanto para el que crea como para el que consume», apunta.

Más que consumidora, De la Iglesia se considera 'portadora' ya que por su trabajo asiste a eventos con joyas cedidas. «Y te das cuenta de que hay joyas que son para ti y otras que no, que funcionan muy bien con el look pero no te sientes cómoda por muy caras o valiosas que sean. De todas formas, cuando me prestan antiguas nunca las llevo de forma ortodoxa: me ceden un broche del siglo XVIII y lo llevo en la cabeza o de cinturón». A lo que menos acceso tiene es a la joyería contemporánea, «pero me fascinan los procesos de elaboración, la exposición conceptual y su simbología. También la joyería arqueológica creada con monedas o fósiles». En todos los casos apuesta por ellas como inversión «porque no se devalúan».

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