"Actuamos con rapidez al ver la dureza del golpe"

F.L.D.
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Javier Otero y Raúl Gómez, soldados del Regimiento de Ingenieros 1, auxiliaron a un ciclista atropellado hace 3 semanas en el bulevar. El turismo que lo golpeó le desplazó 10 metros

Raúl Gómez (izquierda) y Javier Otero en el lugar donde ocurrió el atropello el pasado 25 de febrero. - Foto: Luis López Araico

Cuando hace tres semanas dos soldados del Regimiento de Ingenieros 1 completaron un curso de primeros auxilios en la base militar de Castrillo del Val no podían imaginarse ni por una milésima de segundo que unos días después tendrían que poner en práctica sus conocimientos para salvar la vida de un hombre. El 25 de febrero, sobre las 16:30 horas, Javier Otero y Raúl Gómez se dirigían como cada tarde a la Biblioteca Central de la Universidad de Burgos cuando una furgoneta que circulaba por el Bulevar arrolló a un ciclista a la altura de la calle Siervas de Jesús. Sin dudarlo un instante, se bajaron del coche y acudieron a realizar las primeras atenciones al joven herido, que había quedado inconsciente, sangraba de la cabeza y convulsionaba. 

"El golpe fue tremendo. Le desplazó unos 10 metros", relata Otero 20 días después en el lugar en el que ocurrió todo. Al parecer, la furgoneta que tenían delante realizó un giro a la izquierda en Siervas de Jesús -un lugar en el que no está permitida esa maniobra- y se llevó por delante al usuario de la bicicleta, que circulaba por el carril de la dirección opuesta. "Vimos el impacto y decidimos actuar con rapidez", apunta Gómez al tiempo que recuerda que cuando vieron al joven, de 21 años y natural de Nájera (La Rioja), tuvieron cierto miedo a empeorar su situación: "No sabíamos si tocarle o no, pero al ver que convulsionaba y que se podía atragantar con su propia sangre le pusimos en posición lateral y llamamos al 112".  

Nunca se habían enfrentado a una situación así, pero su auxilio fue clave para que antes de que llegara la ambulancia ya hubiera recuperado la consciencia. Eso sí, aún se encontraba aturdido y desorientado. "Estaba rígido y cuando le preguntaron si se sentía bien respondió que no le había pasado nada. No sabía muy bien dónde estaba", indican. Aún sangraba de la cabeza y tenía el casco completamente destrozado. La bicicleta también quedó echa un amasijo de hierro, lo que habla de la magnitud del atropello. 

Horas después de lo ocurrido, ambos militares quisieron ponerse en contacto con él sin éxito para saber cómo estaba. También le buscaron por redes sociales, pero no han conseguido dar con él. "Nos gustaría saber cómo se encuentra porque no tenemos noticias", lamentan.