Un legado histórico convertido en oportunidad de futuro

H.J.
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El Centro Internacional del Vidrio, propuesto hace dos años por la Fundación VIII Centenario para dar uso a los viejos talleres junto a la estación, permitiría posicionar a la ciudad en este aspecto del patrimonio en el que Burgos ya fue referencia

Recreación del edificio, según el anteproyecto presentado hace dos años por la Fundación VIII Centenario - Foto: DB

Los antiguos talleres de Renfe ubicados junto a la vieja estación de trenes se han quedado sin cubierta. El tejado de uno de los dos edificios se desplomó este verano, evidenciando el estado de abandono en el que han estado sumidos desde que dejaron de tener su función inicial.

Mientras este contratiempo se arregla de forma provisional por parte del Consorcio del desvío, su propietario con el Ayuntamiento de Burgos como responsable final, el futuro de las instalaciones sigue sin concretarse a la espera de un gran proyecto que las devuelva a la vida. Y en este punto se hace inevitable recordar que hace dos años que existe una propuesta en firme sobre la mesa.

La Fundación VIII Centenario propuso en 2018 la creación de un Centro Internacional de la Vidriera Española. La responsable de armar esta idea, la profesora Pilar Alonso, lo define como "un proyecto científico-cultural de estudio y difusión de este patrimonio dirigido a todos los segmentos de la población, con un enfoque interdisciplinar y con el apoyo de las más variadas entidades e instituciones públicas y privadas".

Alonso describe un edificio (para el que también existe un anteproyecto con recreaciones en imágenes tridimensionales) donde habría una exposición permanente, colecciones temporales, salas para la investigación, conservación y restauración, almacenes, talleres didácticos, salas de conferencias y una biblioteca especializada.

La denominación inicial ha ampliado incluso su concepto transformándose en el Centro del Patrimonio en Vidrio, porque allí no solo tendrían cabida los ventanales artísticos sino también "otro tipo de objetos y artes decorativas" realizados con este material.

Alonso, entusiasta conocedora de este sector, recuerda que Burgos ya cuenta con un legado histórico vidriero del que debería estar orgullosa, gracias a su tradición durante el final de la Edad Media y el Renacimiento, cuando en el pasado fue vanguardista de este arte y cuando en el presente supone también un ejemplo de producción y restauración.

Por eso sostiene que el Centro del Vidrio posicionaría a la capital del Arlanzón "en un reconocimiento que ya tiene entre la comunidad científica internacional" y que ahora se haría extensivo a "la sociedad, la cultura, la comunicación, el turismo y las relaciones institucionales" de la ciudad.

Además, contar con una iniciativa de estas características "asentaría unas bases de acción de continuidad" para que de cara al medio y largo plazo Burgos fuera identificado con los demás valores patrimoniales que la singularizan. Defiende su impulsora que un centro así sería "único en Europa" y permitiría establecer acuerdos, convenios y colaboraciones con instituciones y organismos públicos y privados de dentro y fuera de España.

La idea es firme, pero para ponerla en práctica se necesitaría una importante inversión. El coste de la adquisición del suelo al Consorcio y de ejecutar el edificio fue calculado hace dos años en unos 3 millones de euros, a los que habría que sumar otro tanto para el equipamiento. Y aquí debería entrar en liza la colaboración de las instituciones públicas.

El vicepresidente de la Fundación VIII Centenario, Antonio Méndez Pozo, plantea una implicación no solo del Ayuntamiento como administración más cercana, sino también de la Junta de Castilla y León e incluso del Gobierno central.

Consciente de que el momento actual obliga a atender las emergencias de la covid, Méndez Pozo reclama sin embargo que "los políticos tengan las luces largas para no dejar escapar este tren, porque la pandemia algún día pasará y si no este proyecto acabará en otra ciudad, seguro".

Las administraciones local y autonómica ya conocen el proyecto, "una iniciativa con interés científico, cultural, social y económico importante, que además serviría también para dinamizar el barrio", defiende Méndez. Cuando fue presentada en 2018, la idea contó con el apoyo verbal de todos los partidos y de la principal asociación vecinal del entorno. Ahora solo falta su concreción.