Rodrigo Burgos

Punto Nemo

Rodrigo Burgos


Reduflación

19/04/2022

Voy al supermercado y lleno, o trato de hacerlo, el carro de la compra. En la caja percibo claramente que mi cartera pesa mucho menos, pero los productos que me llevo, también. En medio de la enorme crisis económica que vivimos, en la que todo el mundo está notando, algunos sufriendo de manera contundente, la tremenda inflación de precios disparados y suministros disparatados, una de las tretas que han aplicado las marcas es la reduflación.

Este palabro, que no es otra cosa que la traducción del término inglés shrinkflation, consiste en comprar menos por el mismo precio. Paquetes de pasta con menos espaguetis, botes de detergente con menos lavados, o bolsas de patatas fritas más llenas de aire que de patatas e incluso con patatas más pequeñas. Aparentemente, en nuestro tránsito rutinario por el supermercado, en el que conviven la necesidad y la impulsividad, dentro de las estudiadísimas estrategias de marketing en el lineal, todo es normal. Los envases tienen la misma apariencia y echamos mano de ellos con idéntico acto reflejo. Solo cuando nos fijamos en el peso nos damos cuenta de que nos han dado gato por liebre.

La jugada es legal, el fabricante tiene la obligación de poner el precio real en cada envase, pero no es ética, porque no nos avisan de ello, igual que cuando aumentan la cantidad con beneficio al consumidor. Evidentemente, eso sería dispararse en el pie.

En el feroz mercado de la competencia, algunos sectores de productos básicos han incrementado los precios ya que vamos a seguir necesitando comprar aceite o productos frescos, pero otros con mayor competencia o menos prioritarios, temen que, al aumentar el coste al cliente final, este, infiel por naturaleza, se cambie de marca y se vaya con la más barata.

La clave está en mirar la etiqueta del súper con el precio por litro o kilogramo para saber lo que realmente estamos comprando, lo que convierte el ir a la compra en un acto heroico tanto económico como matemático. Tengan cuidado antes de llegar a la caja, el hábito no hace al monje.

@RodrigoBurgosOr