La última década no ha sido la más estable para los burgaleses laboralmente hablando. Las penurias que dejó tras de sí la crisis financiera de 2008 motivaron la congelación -e incluso la reducción- de los salarios de muchos empleados. El estallido de la pandemia en 2020 o las consecuencias en materia de inflación o escasez de materias primas que se han derivado de la inestabilidad geopolítica actual tampoco han contribuido a mejorar todo lo deseado las condiciones laborales de los cotizantes en la provincia.

Los jubilados con derecho a prestación tras años de desempeño profesional tampoco lo han tenido fácil, con varios ejercicios en los que sus retribuciones apenas crecían un 0,25% pese al encarecimiento de la vida. Sin embargo, las nóminas de unos y otros han experimentado una evolución muy distinta entre 2014 y 2023: si bien la de los trabajadores lo ha hecho una media del 11%, la de los retirados se dispara hasta el 31%, tres veces más. La diferencia de las remuneraciones que perciben mensualmente los pensionistas y los cotizantes se ha ido reduciendo de forma paulatina hasta quedarse a día de hoy tan solo 117 euros.

Según los registros que maneja la Agencia Tributaria, el salario medio en la provincia es de unos 1.563 euros (21.891 euros al año divididos en 14 pagas). La pensión por jubilación en Burgos, contando con la subida del 8,5% que se ha imputado desde el 1 de enero, se eleva hasta los 1.446 euros -1.333 de cierre de año-. Hace una década, los primeros percibían alrededor de 1.398 euros mensuales. De este modo, crisis mediante, ahora ganan 165 euros más al mes (2.310 cada año) hasta hoy. Por contra, los retirados ingresaban en 2014 apenas 1.014 euros mensuales, una cantidad por entonces muy escasa y que ahora se ha incrementado en 456 euros más.

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