Los amantes de las razas que dan vida a los valles

I.P.
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El empeño de un puñado de ganaderos permite que el censo del caballo losino en la última década no se desplome, con peor suerte para el hispano-bretón, que baja considerablemente su número de ejemplares. Ambos están en peligro de extinción

Los amantes de las razas que dan vida a los valles

La protección de las razas autóctonas es una prioridad de la Consejería de Agricultura y Ganadería y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; su inscripción en los registros de reproductores conlleva un seguimiento anual para conocer su evolución y censo, porque en la mayoría de los casos se trata de especies que están en peligro de extinción. Por esta circunstancia, los programas para su supervivencia son exhaustivos, además de que cuentan con ayudas de ambas administraciones para su mantenimiento y el seguimiento a través de los programas de cría que, precisamente, el año pasado fue necesario adaptar al nuevo reglamento de la Unión Europea. 

Las asociaciones, que engloban a los productores, son las encargadas de llevar al día el libro genealógico, lo que requiere tareas de control y estudio de sus características desde el nacimiento de las crías para garantizar su pureza. 

Por lo que respecto a Burgos, esa especial protección se da en varias razas. En cuanto al equino, se incluyen el caballo losino, por sus peculiaridades, ya que se trata de una raza primitiva y autóctona de la región y más concretamente, del Valle de Losa, hoy apta para la equitación, y el hispano-bretón, dedicado a la producción de carne. 

La monchina es un tipo de vaca de la especie ‘bos taurus’, autóctona del norte de España. En la provincia se cría en el Valle de Mena, en tres explotaciones, pero también se mantiene en Cantabria y en Vizcaya. La monchina es un tipo de vaca de la especie ‘bos taurus’, autóctona del norte de España. En la provincia se cría en el Valle de Mena, en tres explotaciones, pero también se mantiene en Cantabria y en Vizcaya. - Foto: DB

En la provincia hay además programas de protección para el ovino, en este caso para la raza monchina, que cuenta con tres explotaciones en territorio burgalés, en el Valle de Mena, con unos 300 ó 400 ejemplares, así como para la oveja castellana negra, cuya única explotación está en Fuencaliente de Lucio. En estos dos casos, la competencia del control de cría y futuros reproductores es del MAPA porque las explotaciones tienen un ámbito interregional, ya que también se encuentran en comunidades limítrofes como Cantabria o Vizcaya. 

En este sentido, es de vital importancia la labor que llevan a acabo los ganaderos para defender la permanencia de estas razas 'amenazadas' desde las asociaciones como la de Criadores de Caballo Hispano-Bretón, o El Bardojal, que engloba a los del losino. Para los productores, mantener estas cabañas es un esfuerzo que se ve compensado con las ayudas de la administración. Pero también es cierto, aseguran, que ellos se mueven por su amor a estos animales y por buscar la pureza de la raza. A pesar de esas ayudas, no siempre se consiguen los mismos resultados, pero sí en todos se ha aumentado la cabaña ganadera considerablemente en las últimas décadas. 

Según explican desde la Consejería de Agricultura y Ganadería, hay dos tipos de ayudas, una va dirigida a los animales inscritos en los libros de registro genealógico para su fomento, con una ayuda de 130 euros por cabeza por un periodo de 5 años, tiempo por el que se firman los contratos que cada quinquenio se renuevan -ahora están prorrogados-; en este caso, se obliga a mantener un número determinado de ejemplares mayores de 36 meses. El ganadero también recibe una ayuda de 300 euros por mantener razas autóctonas. 

El losino, también conocido como jaca burgalesa, es la única raza equina autóctona de la región, oriunda del Valle de Losa, que le da nombre, aunque se ha extendido a otros municipios del norte y también a Palencia. El losino, también conocido como jaca burgalesa, es la única raza equina autóctona de la región, oriunda del Valle de Losa, que le da nombre, aunque se ha extendido a otros municipios del norte y también a Palencia. - Foto: DB

Hay dos registros, el de nacimiento, y el definitivo; este después de un largo proceso de pruebas y evaluaciones para determinar que el animal cumple las características de la raza, y en el que entran solo los animales que se va a dedicar a reproducir; este registro conforman el libro genealógico y permite a los ganaderos recibir las ayudas. 

En estos momentos, en la provincia de Burgos, estaríamos hablando de unos 4.600 ejemplares entre las razas losina, hispano-bretona, monchina y la oveja castellana negra, siendo los principales enclaves de mantenimiento Pancorbo, Valle de Losa, Valle de Mena, Treviño y Valle de Valdelucio.

Desglosando esos datos, por ejemplo en el caso del censo de caballos losinos de la Consejería, si nos remontamos al año 2010, se contabilizaban 668 animales, cinco años más tarde eran 763, y en 2019, estaban en 831, cifra que se mantienen más o menos similar en estos momentos.

Caballo hispano-bretón. Actualmente se crían para la producción de carne y en Burgos, la Asociación de Criadores, que preside Adolfo Estavillo (en la foto con un ejemplar) pone cada día todo su esfuerzo en promocionar su consumo.Caballo hispano-bretón. Actualmente se crían para la producción de carne y en Burgos, la Asociación de Criadores, que preside Adolfo Estavillo (en la foto con un ejemplar) pone cada día todo su esfuerzo en promocionar su consumo. - Foto: DB

Más grande es la cabaña de hispano-bretones, aunque su evolución es a la baja, pese a todos los intentos de la Asociación. La provincia contaba en 2010 con 2.829 animales; en 2015 bajó hasta los 2.145 y más aún en el año 2019 que tan solo estaban registrados 1.437. En 2020, el censo era de 1.262. De la raza castellana blanca hay unas 2.000 cabezas, con un único núcleo en el Valle de Valdelucio.

Por lo que respecta a la cabaña de vacuno protegida, la raza monchina, en la provincia estaríamos hablando entre 300 y 400. Una de las principales ganaderas es Marian Fernández, con unas 140 cabezas en el Valle de Mena, donde también hay otras dos ganaderías. Ella lleva con esta raza desde hace 30 años, «una raza que es un poco esquiva, pero me gusta mucho», añade. Es una raza de carne. 

Los pioneros. Ricardo de Juana bien puede presumir de ser el pionero de la recuperación del caballo losino. Fue en el año 1986 cuando decidió hacerse con los últimos ejemplares que había en la provincia; recuerda que entonces localizó 30 yeguas y un par de sementales dispersos por el norte de la provincia y creó en Pancorbo el primer centro de cría y selección de esta raza que tiene en la equitación su principal salida. Compró los animales y reconoce que, al estar dispersos, las yeguas se cruzaban con machos de otras razas, por lo que la labor de buscar la pureza del losino no fue ni fácil ni inmediata.

De ese núcleo de recuperación de Pancorbo se fueron nutriendo los ganaderos que, poco a poco, apostaron por los caballos losinos, de su espectacular estampa negra. Ya entonces, De Juana recibió una ayuda de la Junta para comprar finca y hacer instalaciones con cuadra; luego llegarían las ayudas de Europa a las razas en peligro de extinción, y las actuales de la administración regional siguen siendo vitales. Actualmente es el Ayuntamiento de Pancorbo el titular de una manada de 200 caballos que le compró a De Juana, quien sigue ahí dirigiendo la ganadería y ocupándose de la selección de ejemplares, qué yeguas se quedan, cuáles se venden y los sementales que se dejan para cubrir.

Una de esas familias apasionadas del losino es la de Fernando Oña, su mujer y su hija Elena, en Quincoces de Yuso. Él es el presidente de la Asociación El Bardojal, pero a fecha de hoy él tiene pocos ejemplares. Su hija Elena, por el contrario, y su madre, cuentan con unas 230 cabezas. La asociación se constituyó a primeros de los 90. Hay 10 socios grandes, es decir que tienen más de 20 de cabezas, pero otros muchos que apenas tienen 1 ó 2 caballos. El 95% de los ejemplares están entre Pancorbo y Quincones, aquí con 8 ganaderos. 

Adolfo Estavillo es el presidente de la Asociación de Criadores Hispano-Bretón. Tiene su ganadería en Sanvicentejo, en el Condado de Treviño, y es uno de los impulsores de la raza. Cuenta con más de un centenar de cabezas en su explotación.

En la provincia hay en torno a 80 ganaderías de esta raza, la mayoría están asociadas; se ubican en Merindades y Pinares y suman unas 900 cabezas. Aunque los ejemplares no son muchos, en los últimos años se ha hecho una gran labor promoción de su carne, desde la Asociación y la Diputación de Burgos, con presencia en ferias provinciales y eventos como Madrid Fusión, siempre con los cocineros burgaleses presumiendo de esta carne y haciendo propuestas gastronómicas de alto nivel culinario.