Robar en el bar La Plaza, de Quintanar de la Sierra, se ha convertido en un ritual anual para una banda que actúan con total impunidad, encapuchados y con guantes, ya que como manifiesta la gerente del establecimiento, «los ladrones son tres o cuatro, saben que hay cámaras, pero no las desconectan y actúan con mucha tranquilidad, sin temor a ser descubiertos».

Hace casi un mes, los ladrones volvieron a esta céntrico bar situado al pie de la carretera, para llevarse en una furgoneta una de las dos pesadas máquinas tragaperras y el dinero de la otra, unos 1.200 euros, sin que nadie de la zona -el establecimiento está en la más transitada del pueblo- viera nada, «y si lo vieron nadie ha querido decir nada», declara Mónica.

«No tocaron nada más, ni la caja registradora ni la máquina de tabaco, tampoco las bebidas, pero la avería de la puerta, que siempre la apalancan en la misma zona y cuesta más el arreglo, unos 1.600 euros, que lo que se han llevado», afirma Mónica, a la vez que apunta que las máquinas, con los cajetines del dinero reventados, esta vez aparecieron en Vilviestre.

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