Las ganas se multiplican con el sol

S.F.L.
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El Valle de Caderechas ha recibido cientos de visitantes que no han podido disfrutar de algunos servicios

Las ganas se multiplican con el sol - Foto: ALBERTO RODRIGO.

Un año «espectacular» para la floración de los cerezos, árboles que son reflejo de una fruta de calidad sublime, con un equilibrio de dulzor y acidez muy cuidado, también lo ha sido para el turismo. El máximo exponente de Caderechas, que cuenta con un microclima de 8.000 hectáreas, ha atraído a curiosos de diversos puntos del panorama nacional que no han querido perderse la exhibición natural en pleno apogeo. El sol y las buenas temperaturas han jugado a favor de las localidades del Valle, que han recibido cientos de turistas en la última semana.

Dani Martínez, fruticultor, no ha podido atender tanto las fincas porque ha permanecido ocupado con sus hermanas, cuñados y sobrinas que han pasado el puente en el pueblo. Tanto él como Trini, que también cuida las tierras, se muestran encantados de que el Valle que les vio nacer impacte y atraiga a tantos turistas. «La floración está preciosa y cada año viene más gente a visitarla», exponen. Mari Mar, una de las sobrinas, aprovecha el último día de fiesta para visitar los árboles, en los que brotan unas suculentas cerezas que en verano vende en su frutería de Bilbao, El Rubio. «La fruta de Caderechas, en especial la cereza, es conocida porque esta zona queda cerca del País Vasco. Yo vendo cosecha propia y los bilbainos esperan con muchas ganas a que llegue el producto porque tiene mucha calidad y es totalmente diferente al del resto del país», aclara.

La estampa de camino a Herrera, además de teñirse de blanco, se muestra con más ajetreo de lo normal. Los últimos turistas se dejan ver en las cunetas de la carretera intentando conseguir la mejor instantánea de los árboles. Pablo y Fina, riojanos, conocen al dedillo la provincia burgalesa pero se les escapaba Caderechas. Antes de regresar a su ciudad han visitado el Valle y la sorpresa no ha podido ser mayor. «Hemos leído varios reportajes del Jerte burgalés y no queríamos perdernos este espectáculo», afirman mientras buscan las ramas más cargadas de flor.  

Antón y Maika tampoco estaban dispuestos a alojarse en la Bureba y pasar de largo el Valle. Como buenos deportistas, han optado por recorrerlo subidos en sus bicicletas de montaña. «Para nosotros la guía Mendikat es nuestra Biblia y entre sus páginas descubrimos este espectacular paraje. El paseo no es muy duro y cada pocos metros nos paramos para hacer fotografías, aunque la cámara no llega a captar lo bonito que resulta para la vista el paisaje», manifiestan.

Incluso para Maite, una burgalesa afincada en Dublín desde hace 25 años, la visita ha resultado impactante. «Había oído hablar a familiares y amigos de la ruta de los cerezos de Caderechas pero hasta ahora no había coincidido con la floración. Me llevo un recuerdo muy bonito del territorio y recomiendo a todos a que se acerquen a conocer este rincón», afirma.

La pena de Vicky, propietaria del bar Las Tres Hermanas de Salas de Bureba, es no haber dado a basto a atender a tantísimas personas que querían comer en el local. Nos han llegado a suplicar que preparásemos algo de picar, pero nos ha resultado imposible muy a nuestro pesar», se lamenta.
 

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