Un esperado adiós con discordia

Agencias
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El Gobierno elimina la mascarilla en todos los interiores salvo en entornos sanitarios o transporte público, pero deja a criterio de las empresas si los trabajadores la tienen que llevar

El Ejecutivo y los especialistas coinciden en recomendar su utilización «responsable» en lugares como bares o restaurantes. - Foto: C. Muschi (Reuters)

Las mascarillas empezaron siendo obligatorias solo en el transporte público y ahora será uno de los pocos lugares en los que permanezcan. El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar hoy un real decreto que eliminará, a partir de mañana, la imposición de llevar el cubrebocas -escudo visible contra el coronavirus y objeto de discordia- en espacios cerrados, salvo centros, servicios y establecimientos sanitarios, incluidas las farmacias, y el transporte público, mientras que en los trabajos serán las empresas las que decidan su obligatoriedad.

Fuera de eso, las autoridades establecerán una serie de usos recomendados que no formarán parte del decreto, tal y como avanzó hace unas semanas la titular de Sanidad, Carolina Darias. Precisamente, la ministra apeló a la responsabilidad el pasado fin de semana y avanzó que fuera del uso fijado por ley, recomienda su utilización «especialmente cuando haya aglomeraciones o cuando se trate de personas vulnerables», al tiempo que no descartó que haya que volver atrás con esta relajación en algún momento y que Sanidad baraja «la previsión de cualquier escenario».

Una postura que compartió ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien llamó al «sentido común» de la población y se mostró convencido de que «mucha gente» continuará llevándola «como elemento de protección». Así lo aseguró en una entrevista en la que destacó que se trata de una «extraordinaria noticia que ha sido el resultado de un proceso de vacunación ejemplar en el mundo».

De esta forma, gracias a los datos, a partir de mañana el cubrebocas será obligatorio en el interior de los espacios sanitarios. «Es decir, en los hospitales, en los centros de salud, de transfusión de sangre y en las farmacias, como establecimientos a los que va gente también vulnerable», adelantó Darias, a falta de conocerse el texto definitivo.

El real decreto también mantendrá su uso «sin ninguna excepción» en el transporte público, incluido el avión, ferrocarril, metro y barco.

Mientras, en los trabajos serán los servicios de prevención de cada empresa los que determinen la obligatoriedad en función de las circunstancias donde se desarrolle, si bien se aconseja llevarla cuando la distancia interpersonal sea inferior a 1,5 metros y no pueda garantizarse la ventilación adecuada.

Asimismo, en otros espacios cerrados como comercios, cines, teatros, salas de conciertos, museos, bares, restaurantes o locales de ocio nocturno, entre otros, lo que recomiendan es un «uso responsable», al igual que en el entorno familiar y las reuniones de amigos.

En el ámbito escolar, los alumnos tampoco tendrán que utilizarla. De hecho, los especialistas recomiendan que los estudiantes no hagan uso del cubrebocas, lo que ha abierto el debate entre los sindicatos docentes, los centros y las familias sobre la conveniencia de su retirada paulatina tras las vacaciones de Semana Santa. Así, mientras CSIF cree que «hubiera sido deseable» que la normativa entrara en vigor el primer día de clase, a UGT o a la Confederación de Padres de Alumnos (Cofapa) no le parece «muy relevante».

No obstante, todos ellos coinciden en pedir claridad, concisión y concreción para evitar una interpretación errónea de la norma. 

Objeto de debate

Quirúrgicas, higiénicas, FFP1, FFP2 y FPP3, desechables... Todas ellas llevan dos años instaladas en el mundo y también en el epicentro del debate.

Una controversia que empezó con la escasez al principio de la pandemia, lo que empujó a Sanidad a descartar su obligatoriedad. Pero las voces por imponerlas en espacios públicos hicieron que el 4 de mayo de 2020, el día que arrancó la desescalada, el Ejecutivo las exigiera en el transporte público. Poco después, pasaron a ser obligatorias al aire libre y en cualquier lugar cerrado de uso público, siempre que no se pudiese guardar la distancia de seguridad.

La segunda ola acabó homogeneizando en otoño el uso del cubrebocas en interiores, independientemente de la separación, hasta marzo del año pasado, cuando se hizo obligatorio su uso en exteriores. Hasta que el 24 de junio un Consejo de Ministros extraordinario levantó la obligación si había suficiente distancia. 

Seis meses duró la norma, ya que ómicron dio pie al Gobierno central y a los autonómicos a devolver la obligatoriedad de mascarillas en los espacios al aire libre el 23 de diciembre, momento en el que se avivó otra vez la polémica ante las críticas de la comunidad científica. Todo ello para que, ni una semana después, llegara un nuevo acuerdo por el que, a partir de febrero, ya no había que ponerse más el cubrebocas en exteriores.

Ahora, la norma también llega a los interiores con la duda de si habrá más cambios en adelante. El Gobierno no lo descarta, e incluso algún consejero habla ya de la oportunidad de retomarla en invierno. Pero, de momento, el que quiera quitarse la mascarilla, podrá hacerlo a partir de mañana.