Ensayo general para una vida de danza

ALMUDENA SANZ
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El programa de Profesores Especialistas, exclusivo de la Ana Laguna, acerca la realidad del mundo laboral a los alumnos de 5º y 6º con coreógrafos en activo. Este trimestre están Iratxe Ansa e Igor Bacovich y Janet Novás

Ensayo general para una vida de danza - Foto: Luis López Araico

Un intento, y otro, y uno más. Los alumnos de 5º y 6º de Clásico de la Escuela Profesional de Danza Ana Laguna siguen infatigables las indicaciones de Iratxe Ansa e Igor Bacovich. En el mismo pasillo, los de Contemporáneo bailan sin resuello acompañados por Janet Novás. Unos y otra apenas llevan un par de semanas trabajando en esas instalaciones. Son los coreógrafos que participan este trimestre en el programa Profesores Especialistas, una apuesta exclusiva de este centro, el único que lo imparte en todo el territorio nacional. 

«Es nuestro sello de identidad. Su valor cultural nos sitúa como un conservatorio de referencia, viene mucho alumnado de fuera, a mitad de ciclo de Profesional, justamente porque están interesados en este programa. Contar con profesionales de prestigio que vienen de todo el mundo a trabajar durante tres meses es un lujo, normalmente hasta que no estás en una compañía profesional no puedes acceder a coreógrafos interesantes. Y aquí los tienen durante la formación», enfatiza la directora, Amaya Iglesias, al tiempo que advierte que esta iniciativa va más allá de lo que se llama Taller Coreográfico, que sí ofertan otras escuelas, donde va un coreógrafo a preparar una pieza. 

«Aquí, además, trabajan con los alumnos dentro del currículo», agrega y recuerda que se inició en octubre de 2012 y, entre otros muchos, han pasado Pau Arán (Alemania), Danae Dimitriadi y Dionysios Alamanos (Grecia) o Carmen Werner y Daniel Abreu, premios nacionales de danza 2007 y 2014, en Contemporáneo, y Leonard Engel (Francia), Paolo Mohovich (Italia) o Lázaro Carreño (Cuba), en Clásico. 
La responsable de la Ana Laguna recalca las bondades para la comunidad educativa, pero también para la ciudad, que podrá asistir el 6 de abril en el Fórum al estreno de todas las obras creadas en el curso (en el primer trimestre trabajaron con el israelí Sharon Fridman y el ucraniano Yevgen Uzlenkov). 

Ensayo general para una vida de danzaEnsayo general para una vida de danza - Foto: Luis López Araico

«Contamos con gente que ni siquiera está programada para venir a España, y, sin embargo, vienen a Burgos y muestran sus piezas, que, además, son de estreno mundial, se montan con nuestros alumnos y quedan para un futuro. Participan en su creación, algo nuevo para ellos. Es un paso más de madurez», destaca antes de llamar a la puerta del aula en el que no dan tregua Ansa y Bacovich, una vasca y un italiano que desde 2013 recorren el mundo con el proyecto Metamorphosis Dance. 

Clic Of A Sudden Flip es el título de su propuesta, obra contemporánea para alumnos de Clásico, aunque aún no se la han presentado. «Venimos a hacer lo que podría ser su trabajo en un futuro. ¿Qué significa coreografiar? Pasar horas con alguien en un estudio y transmitir muchas cosas. Les trasladas toda tu experiencia», arranca Ansa, Premio Nacional de Danza 2020 y Premio Max a la Mejor Interpretación de Danza 2021. 

«No hemos empezado a componer ni un minuto de danza. Antes de llegar a ese punto en el que los bailarines hayan absorbido técnicamente y estilísticamente nuestro vocabulario coreográfico y de movimiento, damos clases para que estén más fuertes, preparados y espabilados. Coreografiar es una conversación con el bailarín y cuanta más soltura tiene para expresarse, más divertida y entretenida será la comunicación, si no, se queda en un monólogo», completa Bacovich. Ambos coinciden en que no han bajado su calidad ni exigencia por estar en un aula y no un estudio. 

«Es negativo pensar que porque son alumnos hay que hacerlo más sencillo, pero es verdad que el proceso es diferente, lo masticamos todo, enseñamos cosas que necesitan saber antes de meterse en ciertos lugares, y con un profesional se supone que puedes empezar a dialogar directamente», anota el italiano y apunta que, aunque no se dedican de forma habitual a la enseñanza, sí los sirve para disponer de más recursos para luego conducir a los bailarines al lugar que necesitan para afrontar sus obras. 

«Nos viene muy bien meternos en estas salsas cuando tenemos tiempo, para recordar, entender, buscar... Somos muy curiosos», remacha Ansa antes de aplaudir a los alumnos: «Lo están dando todo». 

Lo están dando también los de Janet Novás, dispuesta a soltarlos de todos los corsés que los atan con su coreografía, Dags

«Quiero que aprendan a trabajar solos. Están acostumbrados a que les dicten lo que deben hacer y a mí me interesa ponerlos en ese límite para que ellos se lancen con seguridad. Mi trabajo es despertar lo que ya tienen, darles herramientas para potenciarlo», introduce.

Ella, afirma, intenta que tengan presente que bailar es jugar con el tiempo, el espacio y la emoción

«Porque cuando sales y te enfrentas al mundo laboral, hay tanta gente que al final lo que se busca es verdad, que el bailarín sea auténtico. Cuando uno hace todo ese viaje de encontrarse consigo mismo, cuando aparece la verdad absoluta, a mí hay algo que se me arde dentro y me emociono mucho. A mí eso me alimenta», describe consciente de que ese hallazgo es más necesario que nunca «en una sociedad tan dura, donde todo es la imagen, todo es hacia fuera y te olvidas de lo que tú eres. Escuchar tu propia voz hoy en día es una labor muy difícil; conseguirlo da sentido a mi trabajo». 

No todo es bailar y cantar. Lo único malo que ha detectado en su aún corta estancia es la constante búsqueda de la aprobación por parte de los chavales. «Yo los estoy acompañando, no juzgando, es un problema del sistema educativo general, que es jerárquico. Yo vengo a viajar con ellos, llevar más años en esto no me pone en un lugar por encima para nada», aclara antes de entrar en el aula y correr, saltar, arrastrarse, sin mirar a los lados. 


Carlota Franco, alumna de 6º de Clásico 

«Aquí hay un ambiente muy bonito, de familia, y ellos te sacan de esa zona de confort»

¿Qué aportan al alumno estos tres meses con profesionales en activo, de aquí a allá con su método de trabajo, caso de Ansa y Bacovich? «Al final, aquí hay un ambiente muy bonito de amistad y de familia y que venga un profesor de fuera, que está en contacto con el mundo real, con lo que a día de hoy se mueve, qué cualidades se buscan, qué cuerpos se necesitan, nos aporta el lado profesional, fundamental en los dos últimos años. Gracias a ellos nos encontramos la realidad de un bailarín. Y te enseña que el mundo profesional de la danza es difícil y hay que luchar. Ellos te sacan de tu zona de confort», reflexiona Carlota Franco, alumna de 6º de Clásico, encantada de afrontar una obra contemporánea: «Te abre los ojos a un sector que tenemos presente, pero no hemos vivido nunca». 

No se lo piensa y suelta un rotundo sí al preguntarla si en algún momento se plantean '¡Pero dónde me he metido!'. «La danza es esfuerzo físico y psicológico; si juntas dolor en todo el cuerpo y presión espectacular, te planteas todo, y más en estos últimos cursos. Hay días que no puedes más, pero es una vocación tan grande que no sabes de dónde sacas la fuerza, pero la sacas», admite esta barcelonesa de 21 años, que entró en la Ana Laguna en 4º , y reconoce que la distancia con su familia pesa mucho en los momentos más duros. 

Ana Garrido Aroz, alumna de 5º de Contemporáneo

«Los profesores invitados nos dan esperanza; con esfuerzo se puede bailar y vivir de ello»

Natural de Calahorra (La Rioja), Ana Garrido Aroz, de 22 años, podía haberse quedado cerca de casa para estudiar Educación Infantil, pero la oportunidad de cursar a la vez Danza la trajo a Burgos en 1º de Profesional. El programa de Profesores Especialistas inclinó la balanza. «Marca la diferencia con otros conservatorios. Normalmente, cuando terminas la carrera te dedicas a dar clases con distintos bailarines y nosotros ya de partida contamos con esa formación», observa esta alumna de 5º de Contemporáneo, que en el primer trimestre trabajó con Sharon Fridman y este con Janet Novás. 

«En la escuela estamos en una burbuja, sentimos el apoyo de los profesores, que es necesario, pero los invitados nos dan una visión de la danza en el mundo, de lo que actualmente se lleva y lo que podemos aportar nosotros, porque ellos están en activo, tienen compañías importantes y viajan por todos los países», conviene con su compañera y advierte que su presencia los da esperanza: «Siempre nos han dicho que la danza es algo complicado, que no tiene salidas, menos en España, donde no está tan apoyada, y ellos nos demuestran que, aunque sea con más empeño y trabajo que en otras disciplinas, el esfuerzo da sus frutos y se puede bailar y vivir de la danza, quizás no seamos ricos en dinero, pero sí en disfrute».