Cansados del botellón y las amenazas en la calle Grupo Renfe

JUNIOR VIEIRA
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Los residentes en esta zona de Miranda se ven obligados a limpiar la suciedad que los jóvenes generan los fines de semana

Las plazas de la zona constituyen el punto de encuentro para los botellones. - Foto: A.B.

La situación que se vive cada fin de semana en la calle Grupo Renfe comienza a ser «inhumana». Así de clara se ha mostrado Margari, una de las vecinas, quien denuncia los  constantes botellones que se repiten en las pequeñas plazas situadas en esta parte de la ciudad. La suciedad no solo se acumula en las propias aceras, sino que salpica a las propias viviendas. «En muchas ocasiones he echado agua fuerte, pero no se va», añade la mirandesa, quien lamenta que la sensación de impunidad de los jóvenes hace que no tengan «miedo a nada». La gravedad de la situación ha llegado hasta el Ayuntamiento, donde el grupo municipal de Podemos denunció la constante repetición de este problema e instó al equipo de gobierno a tomar medidas. 

Durante la noche, los pisos situados en los bajos sufren las consecuencias más graves de estos actos vandálicos. «Me han quitado ropa que tenía tendida», lamenta Margari.  Desde entonces, ha tomado la decisión de no volver a dejarla por la noche. La perjudicada explica que «se dedican también a arrancar las plantas y a tirarlas por el suelo». Respecto a esto, se planteó la posibilidad de salir a buscarlas, pero «igual han orinado en ellas y es mejor dejarlas ahí». Incluso han llegado a «hacer marcas en las ventanas». No suficiente con eso,  manifiesta también que a su casa «llegan los olores de los cigarrillos y más que eso». Ante tal escenario, su hija decidió una noche salir a la ventana para pedirles que se irían a otro lado, pero hicieron caso omiso. Roberto, su marido, cuenta que incluso «han aporreado  las propias ventanas». 

Mientras tanto, los «restos de botellas, plásticos y cartones de vino» se acumulan en las aceras. Su limpieza corre a cargo de los propios residentes, ya que «los barrenderos tampoco pasan mucho». Aún así, el moho comienza a aparecer en los  pavimentos y estos ya se encuentran en buena parte verdes y negros. Los ciudadanos denuncian la «falta de continuidad» a la hora de adecentar estas calles, ya que «se le dice a la alcaldesa, ella pasa el aviso a la empresa y vienen tres o cuatro días seguidos. Hacen el paripé y desaparecen», expone Roberto.  

La «sensación de estar escondidos» anima a que muchos menores acudan los viernes y sábados a este rincón para poder reunirse y beber. «Normalmente son chavales de 12 o 13 años», explica el damnificado, quien añade que «lo que hacen es picarte y buscarte». La actitud de sentirse impunes ante la ley hace que abandone toda esperanza. «Prefieres perder derechos y que ellos hagan lo que quieran», lamenta. Aún así, aclara que «la Policía viene, pero en cuanto se van, vuelven». 

Por las mañanas también se repite esta problemática, ya que «muchas veces son muchachos que no van al instituto», afirma Arancha, otra de las habitantes de la zona, quien recuerda que «han llegado a romper la fuente de una de las plazas».

Los ciudadanos exigen soluciones, pero Roberto cuenta que «la alcaldesa se porta bien, ya que en cuanto da la orden de que vengan a solucionar el problema, acuden». Al final, la palabra que más repiten los afectados se trata de «horrible». Margari muestra su preocupación ante una anciana que vive en el bajo contiguo a ella. «Padece del corazón y la meten cada susto a la pobre mujer», concluye. 

El hartazgo llegó hasta el propio Ayuntamiento durante el pasado pleno, donde el grupo municipal de Podemos denunció la crítica situación que se vive cada fin de semana en esta zona de la ciudad. Cristina Ferreras, concejala, instó al equipo de gobierno a actuar cuanto antes tanto en esta parte como en la calle Norte, contigua a la misma. La edil lamentó que las plazas se habían convertido en un retrete público y en un vertedero, así como denunció las grietas existentes que se pueden apreciar en algunos de los edificios y los propios botellones.