Abusar y ganar dinero a costa de la desesperación

ANGÉLICA GONZÁLEZ
-

Grupos organizados consiguen fechas con programas informáticos y luego las venden. La Subdelegación del Gobierno en Burgos pide que se denuncie

Las personas afectadas guardan en su teléfonos los mensajes en los que se les pide dinero por una cita en Comisaría para pedir asilo.

A la zozobra de estar a miles de kilómetros de sus casas habiendo dejado familia detrás y de ver cómo el calendario corre en contra pues en menos de tres meses si no se consigue presentar la solicitud de protección internacional se pasará a ser un inmigrante ilegal, estas personas suman el tremendo hecho de estar al albur de quien pretende sacar tajada de sus problemas. Porque hay quien se está lucrando de la dificultad de obtener una cita en Comisaría. Todas las personas que han participado en este artículo han recibido en sus teléfonos móviles 'ofertas' para comprar una cita por entre 60 y 140 euros. «Son personas que utilizan programas informáticos para hacerse antes que nadie con las citas y luego nos piden dinero por ellas», aseguran los afectados. 

El subdelegado del Gobierno, Pedro de la Fuente, sabe que esto está ocurriendo y califica de «malévolos que juegan con el mercado negro» a quienes lo hacen aunque aclara que en Burgos aún no ha habido ninguna denuncia: «No obstante, en el caso de que una persona que acuda a la entrevista manifestara esta situación, se procedería a la investigación de estos hechos de forma inmediata».

Y no solo la venta fraudulenta de citas les provoca dolores de cabeza. A quien llega huyendo de la miseria y la persecución desde otros países no se les pone una alfombra roja sino todo lo contrario. La enfermera colombiana Felicia Blanco, llegó a Burgos el pasado día 26 y a través de varios contactos en Madrid se presentó en una entidad social que tradicionalmente nunca se ha ocupado de la atención a los migrantes. Allí le ofrecían firmar una suerte de 'contrato' para hacer labores 'voluntarias', es decir, para trabajar sin ninguna remuneración. 

Un grupo de migrantes de Colombia y Venezuela, en la casa de acogida de las Hijas de la Caridad refrescando su teléfono móvil en busca de una cita que no llega.
Un grupo de migrantes de Colombia y Venezuela, en la casa de acogida de las Hijas de la Caridad refrescando su teléfono móvil en busca de una cita que no llega. - Foto: Patricia

Así han estado varias personas -realizando mudanzas o restauración de muebles- y Felicia estaba dispuesta a ello pero la relación no prosperó porque se negó a entregar su móvil como le exigía la asociación. En ese mismo momento la llevaron a la estación de autobuses de Burgos. «Imagínense, sin conocer la ciudad y sin un euro». Por suerte, alguien le guió hasta Cáritas y allí sigue, a la espera de conseguir la ansiada cita en la que pueda pedir, por fin, la protección que busca. 

ARCHIVADO EN: Burgos, Inmigración, Cáritas